Acciones vs palabras
Por: @OrlandoGoncal
En el ámbito político la construcción de una reputación sólida y confiable es fundamental para el éxito de todo líder. Sin embargo, es importante entender que las palabras por sí solas no son suficientes para construir una reputación. Las acciones son esenciales, y a menudo hablan más fuerte que las palabras.
No obstante, muchos líderes políticos siguen anclados en el pasado donde la retórica era el elemento más importante dentro de la acción política. Hoy día eso no es suficiente, puesto que las sociedades han cambiado, y con ello los ciudadanos se han vuelto pragmáticos, y exigen resultados concretos e inmediatos.
No hay dudas de que las palabras pueden ser poderosas y persuasivas, pero sin acciones que las respalden pueden resultar vacías. Los ciudadanos buscan líderes que no solo hablen de cambio, sino que también tomen medidas concretas para lograrlo, y con esas acciones demuestren compromiso, determinación y la voluntad de hacer lo necesario para cumplir con las promesas.
Ahora bien, las acciones toman tiempo para ser reconocidas e internalizadas por los ciudadanos; no es suficiente realizar actividades y esperar cambios inmediatos en la percepción pública. Es por eso por lo que las acciones deben ser consistentes con las palabras del líder a lo largo de su trayectoria.
Solo entonces, los ciudadanos podrán ver su integralidad y coherencia, elementos fundamentales en la construcción de una reputación política. Los líderes políticos deben mostrar integridad al tomar decisiones basadas en principios éticos y morales, y deben ser coherentes en sus acciones y palabras. Esto ayudará a construir confianza y credibilidad entre los ciudadanos. Pero de nueva vuelta, tomará tiempo, por lo que la construcción del capital político es una labor de largo plazo y no hay fórmulas mágicas que permitan su edificación por la vía de la inmediatez.
Dicho de otra manera, la cimentación de la reputación, no solo de un líder político, sino de cualquier liderazgo, requiere de un proceso multifacético, razón por la cual hay componentes adicionales que deben estar siempre presentes en el actuar diario del líder, para la edificación de un liderazgo sólido y que perdure, no solo en el tiempo sino en el imaginario colectivo.
Es así como la coherencia entre lo que se dice, lo que hace y lo que se siente, es fundamental para construir una reputación sólida. Los líderes deben esforzarse por alinear sus acciones con sus palabras y demostrar integridad en todo momento.
A lo anterior hay que agregar la –transparencia-. Esta ayuda a desarrollar la confianza de los ciudadanos; lo que implica compartir información sobre sus planes, decisiones, desafíos y admitir los errores cuando estos ocurran. Para ello la comunicación efectiva es la herramienta fundamental, puesto que involucra hablar con lenguaje claro y comprensible, y quizás lo más importante, -escuchar activamente- las preocupaciones de los ciudadanos y responder a ellas de manera empática y oportuna.
En estos tiempos convulsos es frecuente ver a los líderes políticos absortos en el -debate político- ya que, desde su perspectiva eso es lo importante. Si se ubicarán desde la visión de los ciudadanos, podrían demostrar su compromiso con el bienestar de las comunidades a través de acciones y políticas significativas que beneficien al conglomerado social, implementando medidas para abordar problemas urgentes y trabajar para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, con lo que tendrían mayor impacto en el imaginario colectivo, subiendo ostensiblemente la valoración de los liderazgos.
Evidentemente, al ejecutar acciones es posible que algunas no logren los objetivos deseados, por lo cual, cuando las cosas salen mal los líderes deben estar dispuestos a asumir la responsabilidad, aprender de sus errores y tomar medidas para rectificar.
Así mismo, de las acciones más importantes que debe desarrollar un líder político está el fomentar el diálogo y la participación ciudadana, lo que implica involucrar a los ciudadanos en los procesos de opinión sobre políticas y toma de decisiones; esto fomenta la inclusión y el diálogo permanente y abierto, lo cual resulta una estrategia efectiva que nunca falla para fortalecer la reputación.
En conclusión, la construcción de una reputación en política requiere más que palabras; requiere acciones significativas y consistentes que demuestren integridad y coherencia. Acciones que toman tiempo para ser reconocidas e internalizadas por los ciudadanos; pero que son fundamentales para el éxito a largo plazo de cualquier liderazgo, en especial para un líder político, generando una perdurable coraza impermeable a los ataques, descalificaciones y las mentiras, tan presentes en la política oscura imperante en los tiempos convulsos.
Así que, más acciones y menos palabras.
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