El mundo ha cambiado, por ende, la sociedad también lo ha hecho, y sin dudas la política también.
En ocasiones, cuando se ve a los ciudadanos alejándose más y más de la política, cuando los nuevos liderazgos lucen tan precarios e improvisados, pareciera que, en vez de evolucionar, se involuciona.
Sin embargo, la comunicación política moderna, se adapta a estos nuevos tiempos y aquí hay algunas claves.
En lo personal, difiero de muchas posiciones políticas que ha adoptado María Corina Machado a lo largo de los años, pero, debo reconocer que, en ese mismo tiempo, ella ha sido constante y se mantiene firme en sus convicciones y luchas, ha sido coherente, y eso, definitivamente se respeta.
Sin embrago, más allá de cualquier tipo de consideración, está postulación busca fundamentalmente llamar la atención sobre las elecciones del 28 de julio, y allí esta lo medular.
El populismo parecer es un cáncer más para las democracias.
La decepción de los ciudadanos con sus gobernantes, los llevan a hacer apuestas insólitas, apoyando a líderes populistas que usan la democracia y la demagogia para acceder al poder.
La construcción de una reputación en política requiere más que palabras; requiere acciones significativas y consistentes que demuestren integridad y coherencia. Acciones que toman tiempo para ser reconocidas e internalizadas por los ciudadanos.
No hay fórmulas mágicas que permitan su edificación por la vía de la inmediatez.
A los futuros gobiernos les corresponderá entender la nueva dinámica de la gobernabilidad, puesto que, teniendo un sistema fatigado, una sociedad fragmentada y parlamentos divididos, se les dificultará lograr acuerdos para desarrollar políticas en beneficio de los ciudadanos.
Los electores tienden a decepcionarse muy rápido de sus gobernantes, pues al generarse expectativas muy altas durante las campañas, quieren soluciones a sus problemas de forma casi inmediata, cosa que generalmente no ocurre.
