La mentira es un recurso cada vez más usado en política, lamentablemente.
Pareciera que se impone el criterio que “el fin justifica los medios”.
Los discursos en la reciente convención republicana estuvieron plagados de bulos, pero los aplausos a rabiar de los asistentes, parecen decir o que las mentiras allí dichas gustaron, o coinciden con las creencias de los convencionales republicanos.
En fin…
El mundo ha cambiado, por ende, la sociedad también lo ha hecho, y sin dudas la política también.
En ocasiones, cuando se ve a los ciudadanos alejándose más y más de la política, cuando los nuevos liderazgos lucen tan precarios e improvisados, pareciera que, en vez de evolucionar, se involuciona.
Sin embargo, la comunicación política moderna, se adapta a estos nuevos tiempos y aquí hay algunas claves.
En lo personal, difiero de muchas posiciones políticas que ha adoptado María Corina Machado a lo largo de los años, pero, debo reconocer que, en ese mismo tiempo, ella ha sido constante y se mantiene firme en sus convicciones y luchas, ha sido coherente, y eso, definitivamente se respeta.
Sin embrago, más allá de cualquier tipo de consideración, está postulación busca fundamentalmente llamar la atención sobre las elecciones del 28 de julio, y allí esta lo medular.
Los jóvenes cada día se preocupan más por necesidades básicas como vivienda, educación y atención médica deficientes, salarios bajos y falta de oportunidades.
Sin embrago, los políticos se enfocan en promover la importancia de defender los valores europeos como la integración, la democracia y el Estado de derecho; lo cual es correcto, pero ¿para los jóvenes sin oportunidades, en qué o para qué le sirven esos valores?
Gobernar, es gobernar, pero para tener éxito en la gestión de gobierno, la comunicación es medular.
Sin embargo, sorprende ver como muchos candidatos que hicieron esfuerzos importantes para conectar con los electores, una vez electos se olvidan de lo estratégico que es mantener una comunicación constante con el ciudadano.
En campaña, se busca llegar al corazón del elector. En gobierno se busca llegar al corazón del ciudadano. La línea es muy delgada, pero profunda, y entender la diferencia es fundamental para el éxito en la gestión de gobierno.
No es informar, es comunicar.
La esperanza se diluye y desvanece.
Eso sienten muchos ciudadanos en buena parte del planeta.
En especial los jóvenes.
Esa desilusión los ha llevado a votar por opciones de ultraderecha en las pasadas elecciones europeas.
Pareciera que el sistema político y económico que tenemos está en vías de implosionar, y eso traerá cambios bruscos, desajustes y nuevas realidades.
Si se quiere rescatar la democracia, modernizarla, y sobre todo devolverle la importancia de la misma para la convivencia pacífica de los ciudadanos, que estos vuelvan a creer y, sobre todo, que se le valore como el mejor sistema de gobierno que se tiene, la democracia debe regresar a las aulas con urgencia.
Eso implica el retorno de la educación cívica y ética a los centros educativos desde las primeras etapas hasta las universidades.
La reciente elección en México deja varios aprendizajes que el liderazgo político debería estudiar y reflexionar en profundidad sobre ellas.
A principios del gobierno de AMLO, le alerté a varios dirigentes de la oposición, que esa elección había sido un punto de inflexión en la política mexicana y que por lo tanto habría que reconfigurarse y adelantarse a los cambios que vendrían.
El resultado electoral confirma que teníamos razón en ese momento, pero lamentablemente no escucharon.
Las democracias en buena parte del planeta se están deteriorando.
La violencia política va en aumento y en paralelo, este sistema de gobierno le es más difícil satisfacer las necesidades de los ciudadanos, sumado a la erosión de los derechos políticos y civiles afecta directamente a los ciudadanos y por ello, estos se decepcionan y se alejan de la política.
O defendemos y fortalecemos las democracias, o nos enfrentamos al avance de regímenes populistas, autoritarios, de los cuales apenas estamos entendiendo su peligrosidad.
Esa parece ser una realidad que muchos líderes políticos siguen sin enterarse, aplicando viejas tácticas de la vieja política, haciendo lo mismo de siempre y esperando buenos resultados.
Luego se sorprenden cuando aparecen fenómenos políticos nuevos que los desplazan.
La comunicación política moderna, le sigue los pasos a la evolución del mundo y la sociedad.
Tuve la fortuna de vivir varios años en Panamá.
Es un país fascinante, multicolor, multiétnico, y siempre hay algo que te sorprende.
Bueno la elección que acaba de pasar, también sorprendió, al escoger a un presidente conservador y aun grupo de jóvenes, en su mayoría progresistas para la Asamblea Nacional.
Un contraste interesante, pero quizás lo que más habría que destacar es que ambos, llegaron con votos prestados. Fascinante.
Esta es la disyuntiva que planteó Pedro Sánchez en España, la que seguramente se habrá planteado Antonio Costa en Portugal, y la que, sin dudas, se plantean cada vez más los electores con respecto a los procesos electorales.
Preocupante los tres casos, fundamentalmente el ultimo.
La infravaloración de los ciudadanos con los procesos electorales, es una severa amenaza a las democracias.
La consulta popular y el referendo son instrumentos políticos que permiten a los ciudadanos expresar su opinión y participar directamente en decisiones importantes,
Sin embargo, si se utilizan como arma política, no solo polarizan y dividen a la sociedad, con lo cual, pueden terminar afectado la calidad de la democracia.
Hace 50 años la Revolución de los Claveles fue un punto de inflexión que llevó a Portugal de ser un país atrasado y bajo una dictadura a convertirse en una nación democrática y desarrollada con avances sociales significativos, y que, en las contradicciones que en ocasiones los países entran, pues hoy tienen estos movimientos retrógrados que pudieran dar al traste con los avances obtenidos, en la tierra de la fraternidad, donde en cada esquina hay un amigo.
El que mucho promete, poco cumplirá. Así reza el viejo adagio popular y tiene mucha razón.
Muchas campañas electorales, caen en el error de prometer y prometer, pensando que así le están llegando a todo el electorado, cuando eso además de inútil, termina siendo contraproducente, justamente porque una muy amplia oferta de propuestas, tiene baja credibilidad para los electores.
