¡Chávez vive! La conspiración sigue.
Por: @OrlandoGoncal
En estos tiempos turbulentos que vivimos, producto quizás del cambio de Era que estamos presenciando, son muchas las cosas que nos sorprenden, y nos impactan algunas de ellas, por lo inverosímil o risible de las mismas.
A quienes nos dedicamos a la consultoría política nos ha tocado observar hechos inéditos, pero, desde hace dos décadas atrás, el tono y la intensidad de la retórica polarizante, divisoria y, hasta estigmatizante, viene incrementándose aceleradamente, hasta llegar a convertirse en una forma “eficiente” para acceder al poder.
El razonamiento detrás de esa práctica es simple. Cuanto más polarizante sea la retórica, más dividen la sociedad. Generalmente en tres grupos, uno los que están a favor del emisor del mensaje, pues, se sienten identificados con esa retórica, o, es perfecto para agredir a quienes piensan distinto; y, la cúspide del éxito es cuando estos pasan de ser seguidores a fanáticos.
El otro grupo son los que se oponen al dirigente polarizador, los que, en cierto momento, también pasan de seguidores a fanáticos, con lo cual, contribuyen a polarizar aún más la sociedad, cooperando al juego del primer grupo.
Luego está el grupo que generalmente es el más grande. Los ciudadanos que, no solo, no se sienten identificados con ninguno de los dos extremos, sino que, terminan asumiendo una actitud pasiva, en términos electorales; es decir, se abstienen, dejando la cancha mucho más despejada para aquel que usa la polarización y la estigmatización como estrategia, llegando, con menor esfuerzo, alcanzan su meta, generalmente el poder.
Otros de los propósitos de este tipo de estrategia, es distraer la atención de la opinión pública, para que ésta centre su conversación en la “retórica” dejando de lado lo realmente importante. También se usa para tratar de instalar una idea o visión, sin importar su veracidad, pues, el fin es que los ciudadanos “compren” esta versión y duden de todo lo demás.
Ejemplos hay muchos a lo largo de la historia, pero, solo haremos referencia a cuatro ejemplos. Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad, frase que se le atribuye al jefe de campaña de Adolf Hitler: Joseph Goebbels, quien teniendo el «Reich» en llamas y retrocediendo en todos los frentes, aún lograba que amplios sectores del pueblo alemán pensaran que la victoria era posible.
El fallecido presidente Hugo Chávez, también tenía gran habilidad para usar esta técnica de polarizar, dividir, estigmatizar y distraer la atención, con lo que logró dominar por mucho tiempo la agenda mediática de Venezuela. Siempre que se acercaba una crisis, usaba este recurso, haciendo, tristemente célebres, algunas frases, por ejemplo:
“Come here, mister Danger, cobarde, asesino, eres un genocida, eres un alcohólico, eres un borracho, eres un inmoral, eres lo peor, mister Danger, eres un enfermizo, lo sé personalmente”
«Váyanse al carajo yanquis de mierda, que aquí hay un pueblo digno, yanquis de mierda, váyanse al carajo 100 veces…».
“No sería extraño que en Marte haya habido civilización, pero a lo mejor llegó allá el capitalismo, llegó el imperialismo y acabó con ese planeta”.
“Obama eres un fraude, un fraude total. Si yo pudiese ser candidato en Estados Unidos te barrería, te ganaría 80-20, te ganaría con todo ese pueblo bueno que tienes”.
Más recientemente tenemos al presidente Trump, quien en su campaña de 2016 uso esta táctica y le funcionó, logrando obtener menos votos populares de Hillary Clinton, pero, le proporcionó más votos electorales y se convirtió en presidente. A lo largo de su mandato, según el Washington Post, hace afirmaciones falsas a un promedio de 50 diarias, pero, después de las recientes elecciones ha subido el nivel y, la intensidad de su retórica; especulando con cualquier tesis sin presentar pruebas; como ejemplo, cuando dijo:
“Esto es un fraude para el pueblo estadounidense, esto es una situación vergonzosa para nuestro país. Francamente ganamos ésta elección”
“Es un sistema (electoral) corrupto y corrompe a gente que no está siquiera predispuesta a la corrupción. Es muy fácil, (los demócratas) querían determinar cuántos votos les hacían falta y luego los encontraban”
“Sucedieron cosas malas que nuestros observadores no pudieron ver. Nunca ocurrió antes” Esta última, por cierto, muy curiosa, pues si sus observadores no pudieron ver, ¿cómo es que saben que sucedieron cosas malas?
Como si esto fuera poco, de comenzar con la retórica de los votos ilegales, pasaron a los muertos que supuestamente votaron, a los votos fraudulentos por correo, y luego al software de las maquinas que trasformaban votos republicanos en votos demócratas, y luego contaron con la abogada Sidney Powell quien en combinación con Rudy Giuliani, “denuncian” la conspiración, según afirman “…las máquinas de votación -en la elección norteamericana- fueron “creadas en Venezuela por Hugo Chávez” para asegurarse de que nunca perdiera una elección”.
O sea, ¡Chávez vive! La conspiración sigue…, a pesar de que falleció hace 7 años. Cuesta imaginar el poder que tiene desde el más allá, para hacer tal conspiración.
Recién después de 20 días de las elecciones, el presidente Trump autoriza el inicio de la transición, aunque sigue sin reconocer el triunfo de Biden. Por lo pronto es un paso hacia un transición ordenada y democrática, y ojalá comience a reparar el daño que se le ha hecho a la democracia por esta incompresible posición del presidente Trump.
Es claro, el presidente Trump busca “huir” -hacia adelante-, dejando instalada en la mente de los ciudadanos que le han robado la elección¸ allanando el camino para una eventual candidatura suya en 2024.
Sea esa o no, su intención, lo que está claro, es que, este tipo de estrategias, cada día, más común, le está haciendo un profundo daño a las democracias en el mundo, además de dividir, aún más, a las sociedades.
Como consultores, es deber ético, no prestarnos al juego perverso que da acceso rápido al poder, a través de la hiperpolarización, la división y la estigmatización, pues esto conlleva enormes costos para las sociedades, el ciudadano y para los consultores políticos. Si se deterioran las democracias, se deteriora la profesión; así que, hasta desde el punto de vista pragmático, además del ético, debemos actuar con determinación e impedir que esta hiperpolarización siga menoscabando las democracias en el mundo.
Foto: https://www.nytimes.com/