Ante la policrisis, las alianzas se imponen.
Por: @OrlandoGoncal
El escenario político de Panamá está muy dinámico y cambiante. Cada día sorprende alguna noticia, hecho político o judicial, intensificando el debate alrededor de la noticia de los acontecimientos.
En esta Era del inmediatismo, lo que ayer sucedió pierde vigencia hoy, una nueva información o acontecimiento solapa al anterior; entonces hay que prestar atención y leer entre líneas los sucesos, visualizar más allá de lo obvio, tomando en consideración la fuente o el origen del evento o el dato en debate.
Antes de que se hiciera pública la alianza entre Rómulo Roux y José Blandón, en varios medios de comunicación comenté que esa alianza además de ser factible era solo el comienzo de un proceso que seguramente incluiría a muchos más actores. Los acontecimientos confirman lo anterior.
Es así como el fin de semana pasado los partidos Cambio Democrático, Panameñista y Popular sellaron una alianza territorial que implica apoyo a candidaturas para los cargos de representantes, alcaldes y diputados, siempre y cuando los candidatos cumplan con los compromisos -éticos y morales- establecidos; lo que implica, entre otras cosas impulsar una reforma al reglamento de la Asamblea Nacional, promover una iniciativa legal para prohibir la descentralización paralela, reducir el presupuesto de la Asamblea Nacional a un tercio de lo asignado al 2023.
Nuevamente, la estrategia es solo una parte del proceso, puesto que, la alianza territorial busca -en un eventual gobierno de Roux y Blandón- garantizar la gobernabilidad que les permita generar y hacer los cambios que están promoviendo; pero, como ya se dijo antes, esta alianza deberá ser más amplia, no solo incluir a otros actores políticos, sino integrar a los sectores económicos, productivos, sindicatos, academias, campesinos, representantes de la cultura, y, a los más importantes, la sociedad civil organizada y el ciudadano panameño.
Por supuesto que esta reforzada alianza de la dupla mencionada, además del factor unificador fundamental, deberán ir más allá, dada la situación del país y del planeta que exige grandes acuerdos y consensos para enfrentar las latentes amenazas que aquejan al colectivo social, una verdadera policrisis. Término acuñado en el último Foro Económico Mundial de Davos para referirse a la crisis interrelacionada con una combinación de factores, como el cambio climático, la inflación creciente, la polarización política y social, las tensiones geoeconómicas y la crisis de materias primas, el que los precios de los productos básicos aumentan, pero los salarios no lo hacen al mismo ritmo, entre otros aspectos.
Recientemente la Open Society Foundations, publica el Barómetro de la Sociedad Abierta, “verificación de la realidad global, presentando un panorama de las actitudes, preocupaciones y esperanzas de las personas en 30 países” revelando cifras alarmantes como ejemplo: el 42% de los menores de 36 años -generaciones Z y Milennial– en los países estudiados creen que el mejor régimen político es una dictadura militar, y un 35% preferiría vivir en un régimen civil pero autoritario, sin división de poderes ni un sistema parlamentario efectivo.
Es más, este mismo segmento poblacional entre 18 y 36 años no creen que la democracia pueda solucionar la policrisis imperante, y, por lo tanto, tampoco mejorar sus vidas. Y, si a ello le sumamos que son generaciones que han crecido rodeados de nuevas tensiones -crisis políticas, económicas, pandemia, guerras- con democracias cada vez más polarizadas, con sociedades fragmentadas por la violencia política manifiesta a través de discursos cada vez más disociadores y estigmatizantes, resulta, -apenas lógico- entender su desesperanza e incredulidad.
En nuestra región, por ejemplo, el 73% de los argentinos y el 77% de los colombianos, creen que la violencia política se extenderá por las calles de sus ciudades el año próximo. Los problemas socio económicos que la población en general, y en particular las nuevas generaciones, están enfrentando son enormes, y al parecer los gobernantes se muestran incapaces de afrontarlos para superarlos y satisfacer las necesidades de sus ciudadanos.
Ante escenarios complejos, como los anteriores, todo indica que no solo deberemos incorporar el término -policrisis- al lenguaje cotidiano, sino que, se hace necesario y urgente aupar un gran consenso, una gran alianza entre líderes, con objetivos claros y una agenda unificadora que se vuelva un imperativo social, puesto que, cuando el 49% de los encuestados del estudios reconoció que al menos un día durante el último año lo han pasado mal para comer, y seguramente Panamá no escapa de esa realidad y no se le puede seguir pidiendo a la población que espere mejores tiempos. Deben resolver ya. Ojalá estén a la altura de la realidad.
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