No me conoces, pero vota por mí.
Por: @OrlandoGoncal
Resulta sorprendente, por decir lo menos que, arrancando la campaña en Panamá, quizás el 99% de los candidatos ya estén pidiendo el voto.
Las investigaciones cualitativas y cuantitativas que hemos realizado, dan cuenta del enorme desconociendo que tiene el electorado sobre los candidatos, inclusive sobre muchos de aquellos que buscan la reelección.
Acaso los candidatos se habrán preguntado: ¿Esta bien pedirle el voto a alguien que no me conoce? La primera condición para que un elector vote por un candidato es que lo conozcan. Nadie vota por quien no conozca. La segunda condición es que a ese elector le agrade ese candidato. Nadie vota por quien le desagrada.
Entonces, el elector no conoce al candidato, pero, sin embargo, el candidato le pide el voto, eso seguramente no será la mejor manera de empatizar, pero increíblemente, un alto porcentaje de los candidatos lo están haciendo, y más sorprende que los candidatos nuevos, ya están tocando puertas, visitando a los electores y pidiendo el voto.
El manual de campañas electorales de hace 15 o20 años decía que para ganar una elección había que hacer tres cosas. A saber: da a conocer tu nombre, da a conocer tu oferta electoral y pide el voto.
El mundo, la sociedad, la política han cambiado mucho en estos años, y no se puede pensar que, haciendo lo mismo de siempre, se obtendrán resultados eficientes.
La forma como el elector toma su decisión ha cambiado radicalmente. Hoy hay que comenzar por escuchar a los ciudadanos, entender que tiene en su mente y su corazón, cuáles son sus anhelos, deseos, preocupaciones y sus angustias.
Luego, el candidato debe llamar su atención del elector (por cierto, no es con bailecitos en TikTok), sino hablando de temas de interés mutuo, es decir temas que le importan realmente al ciudadano y que este además este perciba que también le importan al candidato.
En el siguiente paso, los electores identifican quien ese candidato que habla de las cosas que a él (el elector) le interesan. Evidentemente la campaña debe hacer su trabajo para facilitarle al ciudadano la identificación del candidato. Llegados aquí el elector se forma en su mente una imagen (positiva o negativa de ese candidato). Si la imagen es negativa, se produce un bloqueo difícil de superar, y si, por el contrario, la imagen es positiva, ese candidato tiene una ligera (solo una ligera) posibilidad de avanzar en la conquista de ese voto.
Ahora, con base a lo anterior, el elector no conoce al candidato. El elector rechaza la política, desconfía de los políticos, de los partidos y entonces llega un candidato que no conoce y le pide su voto. O sea, el elector la primera imagen que tiene de ese candidato, es que fue a pedirle algo. Definitivamente, ese elector no tendrá la mejor percepción de ese candidato, pues en vez de empatizar con el ciudadano, en vez de escucharle, de conversar sobre los temas de intereses mutuos, el candidato, cual vampiro, va directo a la yugular a pedirle el voto.
Definitivamente, muchos candidatos siguen sin entender que el juego cambió, pero lo más alucinante es que los nuevos candidatos, inclusive los que se jactan de ser independientes, de no estar en partidos políticos, comenten los mismos errores de los viejos lobos de mar de la política.
El proceso de toma de decisión del elector es más complejo y extenso de lo que hasta ahora hemos mencionado, pero por razones de espacio, no se puede desarrollar más el tema.
Sin embargo, dejo unos consejos a los candidatos que quizás les sea de ayuda. Escuchen y sigan escuchando. No hay un animal sobre la faz de la tierra, incluido el ser humano, que tenga dos bocas y un solo oído. ¿No les parece que allí hay un mensaje poderoso?
Segundo consejo. Las campañas no se tratan sobre los candidatos. Se tratan de los electores, de que ellos sienten, anhelan, quieren, desean, de lo que les preocupa, les angustia y, sobre todo, de los que les quita el sueño. Así que, dicho de otra manera, el sujeto del mensaje político debe ser el elector, y el candidato es simplemente el complemento de ese mensaje.
Tercer consejo. Investigue. Las herramientas de investigación social le permitirán saber claramente que hay en el corazón y la mente del elector y cual es la mejor ruta para llegarle.
Cuarto. La campaña más cara, es la que se pierde. Por lo tanto, no sea tacaño con la investigación e invierta inteligentemente sus recursos.
Éxitos para todos y que los ciudadanos elijan a los mejores.
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