Lo sé todo ¿para qué más?
Por: @OrlandoGoncal
Recientemente tuve la fortuna de ser invitado por una prestigiosa fundación internacional a dictar una conferencia en un seminario para un partido político, en México.
Por supuesto siempre es emocionante poder compartir las experiencias con otras personas, escuchar a colegas de distintos países e intercambiar con ellos, y por supuesto, interactuar con los participantes debatiendo con ellos.
El tema central del seminario estaba enfocado en la manera de hacer política en grandes ciudades y zonas urbanas; tema que, pocas veces en estos seminarios se aterriza, pues hay la tendencia a exponer conceptos y experiencias generales de campañas nacionales, estadales o departamentales, pero, de grandes ciudades es poco frecuente.
La invitación para este seminario fue hecha para los miembros de la dirigencia del partido y de las autoridades electas de la ciudad, puesto que, el objetivo era, además de brindar herramientas que permitan hacer más eficiente su labor como partido político y como autoridad gubernamental, era estimular el debate enfocado en la conveniencia de prepararse con antelación para el torneo electoral que desarrollará en dos años.
Como se dijo anteriormente, fue una fructífera experiencia, pese a que los altos dirigentes tanto del partido como de las autoridades de la ciudad no hicieron al evento; quienes si asistieron en su representación mostraron gran interés por el conocimiento y la comprensión de la dinámica de las modernas formas de hacer política en el mundo y las sociedades evolucionadas; razón por la cual no tiene sentido seguir haciendo lo mismo de siempre y esperar mejores resultados.
Por supuesto, también fue gratificante y enriquecedor escuchar, conversar y debatir con colegas de México, Uruguay y Colombia. Tengo la tesis de que siempre, sin excepción, se aprende de los colegas; así que, cada oportunidad es aprovechada para concebir la consultoría política desde los distintos ángulos que permiten encontrar otras líneas de pensamiento que posibilitan cuestionar lecciones aprendidas y, sobre todo, para renovar y actualizar los conocimientos y mejorar el ejercicio profesional en beneficio de los clientes y los electores.
De regreso a casa y durante la tortuosa experiencia de 14 horas entre los paquidérmicos tramites en aeropuertos y la línea aérea, me permitieron repasar la experiencia de los días en México, llegando a algunas conclusiones que comparto.
- Lo sé todo, ¿para qué más?
Esa expresión tan usual por acción u omisión es una gran falacia. No hace tanto tiempo que de niños jugábamos con dos latas unidas por un largo cordón simulando un teléfono, y hoy estamos leyendo sobre el metaverso, o mundo virtual, al que nos conectamos a través de los dispositivos y nos hacen pensar que estamos interactuando con todos sus elementos, es decir, la inteligencia artificial; entre otros temas, por lo que hemos tenido que actualizarnos constantemente para avanzar y seguimos aprendiendo, pues la evolución de la sociedad y las tecnologías modernas no se detienen.
Entonces, el cambio parece ser la constante de estos días, y, más importante aún, la velocidad de adaptación del ser humano es fundamental, razón por la cual eso de lo sé todo, ¿para qué más? no hay forma de que aplique. Así que, si nuestros líderes tuvieran la humildad de entender que podrían obtener mejores resultados con más conocimiento, estudios, debates y diálogos con el ciudadano, seguramente tendríamos un mundo mejor.
- Escuchar, escuchar y seguir escuchando.
Hasta hoy la ciencia no ha encontrado a ninguna criatura que tenga dos bocas y un solo oído. Todas -incluido el ser humano- tienen dos oídos y una sola boca. Está claro que allí hay un mensaje muy poderoso que los líderes a veces no captan. Hoy día, después de una pandemia que nos arrebató algo a todos –familiares o amigos, trabajos, oportunidades, dinero, planes futuros, sueños e ilusiones– los ciudadanos están llenos de incertidumbres, de temores, con la necesidad imperante de ser escuchados, razón por la cual, el gran reto para el liderazgo político es invertir la ecuación, pasar de ser escuchados a escuchar a los ciudadanos, esto sí realmente se desea conectar con ellos.
- La inteligencia colectiva, es superior a la individual.
En ocasiones, cuando comenzamos el proyecto de una nueva campaña o una gestión de gobierno, los liderazgos locales tienden a ver a los consultores como un mago con barita mágica, que todo lo sabe y todo lo resuelve. Bueno, eso no es así. Realmente lo que hacemos los consultores es observar y estudiar el acontecer desde perspectivas que permitan dar enfoques que, complementados con nuestra experiencia y conocimientos, y la visión y fortalezas de los líderes y sus equipos locales, de manera conjunta, encontramos soluciones o ayudamos a construir propuestas innovadoras que ayuden a desarrollar y potenciar las labores del liderazgo requerido.
- La elección se gana antes de la campaña.
Muchos partidos y sus dirigentes se preparan y activan para las campañas sobre la hora, es decir, en plena campaña. Pero, ¿qué hacen esos dirigentes y partidos en los tiempos de no campañas? La verdad es que, si los partidos son los articuladores entre los ciudadanos y el Estado, entonces deberían estar activos permanentemente, lo cual no significa estar en campaña, más sí en la actividad de construir credibilidad, cercanía y empatía con los ciudadanos. Adicionalmente, prepararse con antelación, formar los cuadros dirigenciales, planificar, estudiar a los electores, entender en profundidad cuáles son su anhelos y angustias, para luego construir una propuesta que dé respuesta a los electores, eso toma tiempo, pero si se hace con antelación se ahorra tiempo y dinero.
- Solo criticar al adversario, no es hacer oposición.
Muchas veces se piensa que con criticar la gestión y a los dirigentes de gobierno ya se está haciendo oposición. Resulta que quien llegan al poder lo ha hecho ofreciendo un sueño de país, de ciudad, de sociedad, así que, quien desee realmente hacer oposición, debe no solo oponerse con argumentos sólidos, creíbles y fáciles de entender, sino que, además deberá plantear alternativas, presentar su propio sueño de país o ciudad, de manera tal que los ciudadanos puedan contrastar.
- La tecnología es para usarla.
Sorprende ver como en pleno siglo XXI muchos partidos y sus dirigentes no usan la tecnología para hacer eficiente su labor. La tectología está disponible para todos, mucha de ella es gratis o de muy bajo costo; así que, es imperativo que, si se quieren hacer eficiente la labor, deben actualizarse y recurrir a las nuevas tecnologías.
- Es la causa, no el poder en sí mismo.
Todo partido tiene vocación de poder. La pregunta que muchos quizás han dejado de hacer es: ¿poder para qué? Aquí en ocasiones hay un gran vacío, razón por la cual los ciudadanos se vienen alejando de los partidos. Esto debe llevar la atención de los líderes políticos a replantear las motivaciones de su vocación de poder.
- Ofrecer certidumbre
En tiempos convulsos los ciudadanos buscan certidumbre, razón por la cual los líderes políticos debe entender que los ciudadanos los ven como los conductores, los guías de la sociedad, motivo para ser cuidadosos, no solo en los mensajes que emiten, sino también, con su actuar. Estos deben generar confianza y certidumbre.
- Acompañar, no necesariamente liderar.
Cuando un grupo de ciudadanos se plantea una lucha, espera que sus líderes les apoyen. Es un error muy común ver a algunos líderes políticos tratar de arrebatarle esa bandera a los ciudadanos, o peor aún, tratar de obtener rédito político con escapulario ajeno. Si el liderazgo político desea volver a ganarse la confianza del ciudadano, debe acompañar y respaldar las causas ciudadanas, no intentar liderarlas. Son causas ciudadanas y como tal, deben ser entendidas y apoyadas.
- Inspirar es más poderoso que aspirar
Dentro de los partidos políticos hay batallas constantes por tomar el liderazgo de las distintas instancias del partido, con el objetivo de escalar posiciones que les permitan después aspirar a algún cargo de elección. Eso puede ser válido, pero ¿dónde quedan los ciudadanos? Un líder político debe enfocarse en inspirar a la sociedad, movilizarla y, en la medida que lo logre irá construyendo una reputación e imágenes sólida que lo hará brillar hacia adentro del partido, pero más importante aún, lo hará hacia afuera, hacia la ciudadanía.
En conclusión, jamás estará demás una lectura, una conferencia, un debate, un diálogo, una exposición, un escuchar de manera activa al otro. Siempre aprenderemos algo.
Los nuevos líderes deben tener la humildad de reconocer que no lo saben todo y que siempre, pero siempre, se puede aprender y mejorar más, y de esta manera, podrá además de ser mejores líderes, producir mejores resultados para los ciudadanos, sus ciudades, sus países.
Tenemos mucho que seguir aprendiendo.