Sin método no hay paraíso. Video columna #76

Sin método no hay paraíso.

Por: @OrlandoGoncal

La comunicación política moderna y las campañas electorales, por un lado, se han complejizado, y por otra, se han especializado; al igual que lo ha hecho la sociedad. Por ello, quienes siguen anclados a las viejas prácticas políticas son dirigentes que cada día se acercan más al final de su carrera, pues al no actualizarse y modernizarse, se van desconectado de los electores.

Así que la prioridad es modernizarse, y para ello, el primer paso para construir una campaña electoral exitosa, dentro del marco de la comunicación política moderna, es partir del método que le permita aprovechar al máximo todas las herramientas disponibles para lograr los objetivos trazados.

Para tales fines, se debe partir desde el inicio seleccionando un método confiable, probado y efectivo; un método que permita de manera rápida y eficiente construir una campaña electoral sobre bases sólidas.

Ello implica comenzar por estudiar el entorno, pues cada campaña es única e irrepetible. Así que, hay que estudiar con profundidad el entorno de lo que se está viviendo en el presente, ese momento histórico preciso. Indagar cuál es la realidad económica, social, política, del ámbito geográfico que nos ocupa.

Otro elemento indispensable en cualquier campaña, dados los avances sociales y la complejidad del mundo moderno es la investigación; de hecho, se convirtió en una herramienta fundamental para los políticos. Es tan necesaria como los exámenes de laboratorio que requiere un médico para precisar un diagnóstico; no importan el tiempo de experiencia, no importa qué tan especializado sea el galeno. Tanto para confirmar un diagnóstico como para garantizar el éxito de una campaña política se debe contar con una serie de estudios, es decir, elementos científicos que den la seguridad en el diagnóstico para seleccionar el plan a seguir.

En las campañas electorales la intuición, la experiencia y el sentido común, pueden ser elementos que ayuden, pero jamás podrán ser las principales herramientas de la investigación política. Sin embrago, sorprende observar como aún, al día de hoy, hay candidatos a quienes les cuesta invertir dinero en investigar, y se preocupan por gastar en las vallas -espectaculares- en los afiches o volantes, pero no en investigar.

Lo peor de todo, es que gastan en ese material promocional y tratan de transmitir un mensaje que su olfato o el de sus allegados consideran es el correcto. Pero, unas cosas piensan los que están en la arena política, y posiblemente, otras piensan los electores; quienes, a final de cuentas, son los que tienen el poder del voto en sus manos y toman la decisión de votar o no.

Las elecciones no se tratan sobre los candidatos, se tratan de los electores, por eso se deben centrar en sus anhelos, sus sueños o aspiraciones, en sus angustias, preocupaciones y en general, en aquello que les quita el sueño, para determinar con precisión todas esas variables, las que, en -ocasiones no están a la simple vista-, y se debe recurrir a las múltiples herramientas de investigación, esenciales para ayudar a detectarlas y descífralas.

Adicionalmente, la investigación será también la base para la formulación y desarrollo de la “estrategia y el mensaje” de la campaña.

Igual de sorprendente resulta, en ocasiones, ver campañas que trabajan el día a día, sin una planificación definida a corto, mediano y largo plazo. Mucho menos estudiada, debatida, y por supuesto, sin una estrategia. Lo que tienen son ocurrencias, y muchos improvisadores que van ejecutando sobre la marcha de los acontecimientos.

La definición más simple del concepto “estrategia”, es un plan de acción diseñado para alcanzar una meta especifica; por lo cual, no contar con ella en una elección es garantía de fracaso pues, la complejidad de una campaña electoral es de tal magnitud que, si no se considera cada elemento, cada actor, cada acción, y la -relación e interacción entre todos ellos-, y la forma cómo se pueden fortalecer unos a otros, podría estarse desperdiciando oportunidades, recursos y tiempo; este último, por cierto, el único recurso no renovable en una campaña.

En conclusión, toda campaña requiere un método que le permita investigar, desarrollar su estrategia, producir un mensaje poderoso, capaz de conectar emocionalmente con los electores; además desarrollar un plan que permita hacer eficiente no solo el uso del presupuesto sino del recurso humano, y eficacia en el uso del tiempo para alcanzar los objetivos trazados.

El mundo cambió, y sigue cambiando al igual que los ciudadanos; por eso, quienes deseen seguir anclados en las viejas prácticas de la politiquería barata, podrá considerarse, como lo dijo Aristóteles, “animal político”, pero, en vías de extinción.

Los nuevos liderazgos, los que además de ganar elecciones transformarán vidas, sociedades y países, serán aquellos que hagan buen uso de los métodos y las herramientas que les proporciona la comunicación política moderna.

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