Ministros con mala salud
Por: @OrlandoGoncal
Desde el primer caso de Covid-19 en América Latina han sido muchos los ministros de salud que, han renunciado, los han renunciado o se han hundido en el fracaso de la contención de la pandemia.
Es dramático ver cómo la principal figura de un gobierno para afrontar una crisis sanitaria sale de su cargo por distintas y hasta folclóricas razones; las que van desde corrupción, diferencias políticas, confrontación de estrategias para hacer frente a la pandemia, pasando por el vacunagete, las vacunas vip y las extorsiones y chantajes.
Veamos:
El gobierno del Perú ha destituido a dos ministros desde que comenzó la pandemia. Lo impactante es que, en poco más de un año, han tenido cinco ministros. La última renuncia está relacionada con el caso que se le conoce como –vacunagate-, es decir, cierta elite privilegiada fue vacunada saltando los protocolos.
En Ecuador, en un año han pasado tres ministros de salud. La última renuncia sucedió después del escándalo por el suministro de la vacuna a personajes alejados de la lucha contra la enfermedad.
En El Salvador el mandatario Nayib Bukele sustituyó a finales del mes de marzo del año pasado a la ministra Ana Orellana por Francisco Alabi.
En las Bahamas, Duane Sands, responsable del área de la salud renunció al cargo después de la violación de protocolos sanitarios, al permitir que seis residentes permanentes desembarcaran en Nueva Providencia.
En Bolivia, la ex gobernante encargada Jeanine Añez designó a Eidy Roca en mayo de 2020 como ministra de Salud, siendo sustituida posteriormente por Marcelo Navajas, quien ocupara el cargo durante poco más de un mes; fue investigado y detenido por la compra de 170 ventiladores mecánicos con sobreprecio. Hoy sigue en detención domiciliaria mientras el juicio avanza.
Por su parte, en Brasil, renunciaron dos ministros en menos de un mes por estar en desacuerdo con las políticas del presidente Jair Bolsarano en el combate de la pandemia. Luego de esto, el presidente nombró a un general del ejército sin ningún tipo de conocimiento o experiencia en el área de la salud.
En Panamá el presidente Cortizo destituyó a la doctora Rosario Turner argumentando que “…la exministra había realizado una loable labor en el cargo, pero la notaba cansada”.
En Chile el ministro de Salud, Jorge Mañalich renunció luego del fracaso de la estrategia de las «cuarentenas dinámicas». Lo hizo al admitir que dos aspectos clave estaban fuera de control: la movilidad de las personas y la trazabilidad de los contagios.
En Guatemala, la polémica por el ocultamiento de cifras y la falta de pruebas de detección de coronavirus produjo la salida del ministro Hugo Monroy y todo su equipo de trabajo.
En Nicaragua, el presidente Ortega destituyó el año pasado a la ministra Carolina Dávila. La salida de la funcionaria sucedió en medio de la crisis, por el mal manejo del Gobierno al no tomar las medidas restrictivas necesarias, lo que incitó a la aglomeración de las personas.
En Argentina, el ministro de salud, Ginés González García renunció luego de que el presidente Fernández se lo pidiera por el escándalo de las vacunas vip.
Ahora los más recientes e impactantes son los casos de la República Dominicana y el Paraguay.
En el primer caso, el ministro de salud renuncia alegando extorsiones y chantajes. El Dr. Plutarco Arias publicó un comunicado en Twitter en el que aseguró que dimitió al cargo por oponerse a «…diversos sectores interesados en repartirse el presupuesto del Ministerio de Salud». Esta denuncia grave al día de hoy no ha sido aclarada. Lo contradictorio es que el gobierno del presidente Abinader exhibe con orgullo la bandera de “El fin de la impunidad”. Si esto no se aclara rápido, echará por tierra ese estandarte.
Entretanto, en Paraguay renuncia el ministro de Salud, quien había sido puesto bajo la lupa de varios diputados por una licitación «plagada de irregularidades» según informe de la Contraloría General de la República. La semana pasada colapsó el servicio en las UCI, los hospitales no tienen medicamentos, y el país con apenas 4.000 vacunas. Los jóvenes han protestar en las calles por varios días, y exigen la renuncia del presidente Abdo, quien terminó cambiando adicionalmente los ministros de educación, mujer, y la secretaria de la presidencia.
El panorama en la región es complicado. La pregunta que surge es, ¿acaso los gobernantes aún no han comprendido que esto del covid-19 es un problema serio y que no se puede seguir jugando a la politiquería?
Sin duda tenemos a varios ministros -y algunos presidentes- con mala salud. ¡Ni en pandemia florece la conciencia ciudadana en algunos líderes!