América Latina convulsiona

América Latina convulsiona.

Por @OrlandoGoncal

Las luchas internas, los desacuerdos y la no credibilidad en las instituciones, pone en entre dicho la viabilidad democrática de algunos países en América Latina; generando malestar en la población, lo que se evidencia en las protestas en las calles, retando a la autoridad de los gobiernos.

El caso de Paraguay, donde la Constitución prohíbe la reelección, el presidente Cartes impulsa una enmienda constitucional a través de un referendo para someter a aprobación popular la reelección presidencial, ha llevado a que el parlamento se divida entre quienes están a favor y los que están en contra de la enmienda,  generando protestas que le costó la vida a un joven y el incendio de las instalaciones del senado.

Ahora, hay una mesa de diálogo que busca no solo apaciguar los ánimos, sino, encontrar puntos de acuerdo que permitan superar las diferencias. Ojala los guaraníes den con el mejor camino para superar sus diferencias y sea ésta la oportunidad para fortalecer la democracia en el país.

Por otra parte, en Argentina después de más de una década de mandato del matrimonio Kirchner donde el centro de su política fue el estatismo, más control del estado en todas las actividades del país, se generó una serie de distorsiones en la economía.  Con la llegada de Mauricio Macri, llegaron los ajustes, aumento de las tasas en servicios públicos que durante años estuvieron congelados, creación de nuevos impuestos, liberó el dólar que había estado congelado bajo control del estado, provocando un efecto inmediato en la inflación en el país.

Por supuesto, al tratar de corregir distorsiones de la economía, el primer impacto se lo llevan los ciudadanos más humildes que ven encarecer no sólo los servicios públicos, sino todos los productos básicos que requiere en su vida diaria. La semana pasada las centrales sindicales realizaron un paro nacional, protestas pacíficas sin mayores hechos de violencia.

Los ajustes económicos que ha hecho el presidente Macri, seguramente tendrán un efecto positivo en el mediano plazo, pues irán corrigiendo las distorsiones de la economía pero, mientras tanto ¿Qué hacen los ciudadanos más humildes? Pues, no la están pasando bien al ver mermado su poder adquisitivo. Y, si bien es un deber del estado tener una economía sana, también lo es asistir, ayudar y proteger a los más necesitados. Ellos no tienen la culpa de los aciertos o desaciertos de los manejadores de la economía del país. Ojala la recuperación sea rápida y permita que los más desfavorecidos tengan acceso a una mejor calidad de vida.

En Brasil las cosas no están mejores. Después del proceso de destitución de Dilma Rousseff que convulsiono al país y a la región, sale el caso de Odebrecht con los sobornos más escandalosos de la historia, poniendo en evidencia la corrupción de muchos políticos y empresarios en 12 países. Como si fuera poco, el presidente Michel Temer, también está siendo investigado por el Tribunal Supremo Electoral por la supuesta financiación ilegal de la campaña presidencial de Dilma Rousseff en 2014, en la que, al igual que en 2010, Temer era su compañero de fórmula electoral para ocupar el cargo de Vicepresidente; caso histórico, porque es la primera vez que el TSE juzga a un presidente en funciones. Mientras esto sucede, la economía del país se ha estancado y no da muestras de recuperación. Nuevamente, los ciudadanos más humildes y desfavorecidos sufren las consecuencias de los vaivenes de las luchas políticas y la corruptela de sus líderes.

Mientras tanto, Perú se ve impactado por fuertes lluvias que han causado más de un centenar de muertes, millones de dólares en pérdidas y miles de desplazados. Varios estudios indican que, si los funcionarios hubiesen tomado las previsiones realizando las obras de infraestructura requeridas años atrás, posiblemente los daños habrían sido mucho menores. Pero, hoy el Perú, con la ayuda internacional y esfuerzo propio trata de reponerse de tan devastadora catástrofe.

En Ecuador, también recibió el embate de las lluvias, pero a diferencia de su vecino, Perú, no hubo tragedias que lamentar, tomaron las previsiones y construyeron las obras de infraestructuras requeridas, años atrás. Sin embargo, el ambiente político sí estuvo muy alterado. Lenin Moreno el actual vicepresidente y candidato del oficialismo logra ganar las elecciones presidenciales en una segunda vuelta muy disputada y por un estrecho margen. Su competidor Guillermo Lasso, denuncia que hubo fraude y pide el reconteo de los votos. El ambiente se agita, hay manifestaciones en las principales ciudades, pidiendo el reconteo de los votos, pero mientras esto sucede, la OEA y su delegación electoral y más de 14 presidentes felicitan y reconocen a Lenin Moreno como el presidente electo; quien por cierto, ha manifestado su aprobación para el reconteo de votos. Gesto que seguramente traerá tranquilidad a los ecuatorianos, y bastante que se lo merecen, después de una década de mandato del presidente Correa quien, con un estilo confrontativo y combativo gobernó el Ecuador, pero dividió a su sociedad.

En Colombia, vive un desastre natural en el departamento del Putumayo, arrasó la población de Mocoa, generando más de 300 muertes, centenares de desaparecidos y miles de familias sin hogar. Mientras ocurría ésta tragedia, una parte de la oposición al presidente Santos realizaba marchas en las principales ciudades del país. La bandera esgrimida por los organizadores de la marcha era la lucha contra la corrupción.  Caso muy particular, pues el caso de Odebrecht comenzó por salpicar a los organizadores de la marcha. Hoy en día el caso está siendo investigado por la justicia colombiana, pero el centro de atención ha cambiado, ahora la mira está puesta en el supuesto financiamiento ilegal de la campaña del presidente Santo en 2010.

Para cerrar, el caso más dramático Venezuela. En los últimos días la población ha salido a las calles a protestar contra el régimen de Nicolás Maduro, quien a través del Tribunal Supremo de Justicia ha venido de manera sistemática y reiterada torpedeando el poder legislativo con más de 50 sentencias que desconocen su autoridad y competencias. Pero lo más grave fue la sentencia donde el TSJ desconoce a la Asamblea Nacional y asume las funciones del legislativo. Esto evidentemente es una clara ruptura del hilo constitucional,  demostrando lo que ya era evidente, el ejecutivo, con Maduro a la cabeza, se aleja de la senda democrática y su gobierno entra abiertamente en la dictadura.

Miles y miles de personas han salido a las calles a protestar, y el régimen los ha reprimido de manera brutal, desmedida e infame; llegando a atrocidades como disparar bombas lacrimógenas desde un helicóptero a civiles desarmados; lanzar bombas y disparar perdigones al interior de centros hospitalarios, afectando gravemente a quienes allí se encontraban, dejando centenares de heridos, más de 280 personas detenidas y dos jóvenes fallecidos.

Todo indica que las protestas seguirán, y hasta se intensificaran, pues por un lado, la población ya perdió el miedo al régimen, la oposición muestra por primera vez en años, una unidad no sólo en las acciones, sino en los principios de la lucha, y sus dirigentes están en la calle al lado de la población pero, seguramente el régimen también arreciará su represión. Maduro y sus seguidores están muy claros que ya perdieron el apoyo popular y que han sido tantos los delitos cometidos contra la nación y su gente que si salen del gobierno, su destino podrán ser los tribunales nacionales e internacionales, así que, se aferran al poder a toda costa y a cualquier costo.

Todo lo anterior pareciera ser (y en buena medida los es) un escenario catastrófico en la región. Pero, veamos lo positivo. Los pueblos están reaccionando ante la inacción o los errores de sus dirigentes. La gente comienza a entender que unidos es la verdadera fuerza y que tiene el poder en sus manos. No se trata sólo de ir a votar en unas elecciones, se trata de participar, de ser vigilantes de lo que sus gobernantes hacen o dejan de hacer. Algunos pudieran pensar que la región se hunde, pero prefiero pensar que los pueblos despiertan, se activan y están comenzando a producir los cambios requeridos.

Cuando los liderazgos políticos no son capaces de liderar a sus ciudadanos, estos, lideraran a sus países y nacerá una nueva clase política, mucho más comprometida con la democracia, los derechos humanos, con la tolerancia y que luchara por desterrar las desigualdades y las injusticias.

Nota: Fotografía Créditos: REUTERS / Carlos García Rawlins



		

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