Emmanuel Macron ha sorprendido al mundo político.
Hasta hace apenas un año era miembro del gobierno de uno de los presidentes franceses más impopulares de la historia, sin embargo, con tan sólo 39 años, ha ganado las elecciones presidenciales de Francia, al derrotar por primera vez a la los partidos tradicionales de izquierda, centro derecha y la extrema derecha.
Sin lugar a dudas, el Sr. Macron logra llevarse la victoria en parte por los vientos de la fortuna que soplaron a su favor. La tormenta perfecta se formó y supo aprovecharla.
Lo primero fue el escándalo público sobre el ingreso en la nómina del Estado de algunos familiares cercanos al candidato de centro-derecha François Fillon; por otro lado, el candidato socialista Benoît Hamon no logró emocionar a los electores socialistas ni superar las divisiones internas de su partido.
El Sr. Macron podría haber ido en búsqueda del electorado socialista, pero se dio cuenta después de algunos años en el poder que, los índices de aprobación pública de los políticos socialistas eran muy bajos y serian un lastre muy pesado de llevar en la campaña.
Así que, en su lugar, miró a los movimientos políticos que han surgido en otras partes de Europa – de Podemos en España, Movimiento Cinco Estrellas de Italia entre otros-, y vio que no había ninguna fuerza política en Francia que fuera equivalente.
Entonces, en abril de 2016 estando aún dentro del gabinete del presidente François Hollande, comenzó a formar su propio movimiento En Marche! (En el movimiento) y cuatro meses más tarde se retiró del gobierno.
Consciente del tremendo desgaste de la política tradicional, comenzó por hacer algo nuevo y distinto en Francia. Su primera tarea importante fue la Grande Marche (Big marzo), cuando movilizó a sus crecientes filas de activistas muy motivados, pero sin experiencia.
Luego usó la tecnología de los algoritmos de una empresa política para identificar los distritos y barrios que eran más representativo de Francia en su conjunto, es decir, focalizó y priorizó donde hacer el trabajo político de la campaña.
Con unos voluntarios altamente motivados, salió a tocar más de 300.000 hogares en los distritos previamente seleccionados, así que, de manera muy rápida, con bajo costo y combinando la tecnología con el calor y contacto humano, se dio a conocer rápidamente.
Por otro lado, llevaron a cabo 25.000 entrevistas en profundidad de unos 15 minutos aproximadamente, con los votantes en todo el país, y luego construyeron una gran base de datos que ayudó a informarse sobre las prioridades, las políticas de campaña y el mensaje central que debía promover.
La periodista independiente con sede en París, Emily Schultheis, lo explica de la siguiente manera: «Fue un grupo de discusión masivo de Macron para medir la temperatura del país, pero también se aseguró de que la gente tenía contacto con su movimiento desde el principio, asegurándose de que los voluntarios sabían cómo ir de puerta en puerta. Era un ejercicio de entrenamiento que realmente puso las bases de lo que hizo este año». Nuevamente, combinó tecnología con calor humano y, le funcionó.
Por otra parte, la imagen política del Sr. Macron aparece plagada de contradicciones, pues, fue visto como un recién llegado, ex banquero de inversión, protegido del presidente Hollande y luego su ministro de Economía, un centrista con un programa radical para recortar el gasto público; sin embargo, logró construir un mensaje positivo, incluyente, que se contraponía con el de su rival Marine Le Pen, quien le ataco tratando de presentarlo como el candidato de la élite y el novato.
Pero, el novato candidato logró esquivar los intentos de etiquetarlo como otro François Hollande, y ante un ánimo muy pesimista que había en Francia Macron presentó un mensaje optimista, distinto al de la clase política tradicional y fundamentalmente opuesto al negativismo de Le Pen, quien se enfocó en la anti-inmigración, anti-UE, anti-sistema. Eran tan negativos los mensajes de le Pen que sus actos de campaña siempre había una fuerte presencia policial para controlar los manifestantes que lanzaban botellas y bengalas, contrastando con los eventos del Sr. Macron, que eran llenos de alegría, coloridos y mucha música pop.
Esa diferencia entre los positivo (Macron) y lo negativo (Le Pen) en un país con ánimo pesimista, lógicamente inclinó la balanza a favor del primero, quien además, de manera muy hábil simplifico su mensaje no profundizando mucho en lo que él iba a hacer por Francia, pero, si empoderando al ciudadano de cómo la gente conseguirá nuevas oportunidades.
Marine Le Pen estuvo por delante en las encuestas del año pasado, llegando a acaparar el 30% del electorado, sin embargo, jamás logró superar ese techo, mientras tanto sus negativos subían; lo que limitaba, enormemente, sus posibilidades de crecimiento; al extremo que, en apenas dos semanas fue derrotada dos veces por Emmanuel Macron.
Europa y buena parte del mundo respira un aire de tranquilidad después de la elección francesa. La amenaza de una posible victoria de Le Pen, con su discurso “anti” y en ocasiones xenofóbico, tenia al mundo pendiente de las elecciones francesas.
El mensaje de Macron (y de buena parte de los franceses) para Le Pen seguramente fue: C’est la vie. (Así es la vida) y sí, así es la vida, llena de positivismo, así somos los humanos y lo positivo siempre construirá mejores cosas y oportunidades que lo negativo.
Nota. Fotografía Créditos: ElPais.com