Cuando se politizan los debates sobre las decisiones importantes de Estado, como, por ejemplo, el cambio de una Constitución, se expone producto de la misma dinámica politiquera, a que ese proyecto de cambio, en vez de acercar y unificar la sociedad, esta se fragmente aun más, dando al traste con cualquier posibilidad de construir consensos.
Esto es lo que ha pasado en Chile recientemente y que algunos analistas han llamado la Fatiga Constitucional.
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