La vorágine del día a día de una campaña electoral, pueden llevarla a cometer errores como la sobrerreacción, la cámara del eco y la excesiva dependencia del Big Data.
Lo anterior generalmente sucede por las improvisaciones, y estas no tienen cabida en los proyectos exitosos, que logran conquistar el poder.
Cuando los gobernantes descalifican las protestas ciudadanas, en ocasiones con los más absurdos argumentos, están mostrando su desconexión con la realidad imperante.
Las protestas de las nuevas generaciones son un claro síntoma de que las sociedades están cambiando y, negarse a escuchar, atender y, sobre todo, a entender las demandas de la cuarta parte de población, es un error que les costará caro a muchos líderes.
En el mundo de hoy, de inmediatez, de la rapidez, de la escasez de atención y, de la desinformación, pudiera ser muy fácil cometer errores en las campañas electorales.
El exceso de confianza, de ego, sumados a la falta de preparación pueden conducir al desastre electoral.
La frustración y el descontento de las masas empobrecidas o estancadas, especialmente cuando perciben que el sistema es injusto, llevaron a protestas masivas, disturbios, e incluso, revoluciones.
La desigualdad extrema esta alimentando el populismo y la polarización política lo cual puede llevar a un colapso de las democracias.
El financiamiento de las campañas electorales es algo complejo en lo cual muchas campañas fallan y las llevan al fracaso electoral.
Sin dudas los recursos para desarrollar un proyecto de conquista del poder son importantes, pero no son lo más importante, sin embargo, sin ellos, sencillamente naufraga el proyecto.
Hay un aumento alarmante de la pobreza y la desigualdad y, 3700 millones de personas viven en pobreza y más de 700 millones padecen hambre.
Mientras el 1% más rico ha incrementado su riqueza en 33,9 billones de dólares desde 2015, la riqueza privada ha crecido ocho veces más que la riqueza pública entre 1995 y 2023.
A este ritmo, el sistema político y económico dominante en el planeta pudiera implosionar, con consecuencias drásticas para la humanidad.
Las campañas electorales actuales se parecen mucho a un startup.
Deben ser innovadoras, únicas, ágiles, especializadas, estructuradas y enfocadas en el electorado, por lo que hay que profesionalizar la política para conseguir el éxito electoral.
En las campañas electorales de hoy día los argumentos y propuestas han sido desplazadas por las narrativas.
Antes había por parte de los electores una identificación programática y/o ideológica, pero ahora las campañas buscan ser espejos donde los ciudadanos vean reflejados sus creencias, anhelos y hasta frustraciones.
Ganar una elección desde la oposición, no es necesariamente más fácil.
Existe la creencia de que lo es, pero la realidad indica que el simple hecho de ser oposición no es garantía de triunfo.
La victoria electoral es el resultado de una muy compleja ecuación donde entran en juego múltiples variables.
La potestad que se auto otorgan los EE.UU. de “certificar o desertificar” a otro país en la lucha contra las drogas, es una enorme hipocresía, pues son precisamente ellos los que generan la mayor demanda de drogas.
Los problemas globales como el narcotráfico, el tráfico de armas, de personas, la crisis climática, etcétera, requieren de respuestas globales, no decisiones unilaterales cargadas de fariseísmo.
El ejercicio del poder tiende a generar desgaste, así que cuando se quiere impulsar un proyecto político de continuidad, hay muchos factores a considerar, comenzando desde antes del primer día de gobierno.
La improvisación no tiene cabida.
El Estado existe para proteger y cuidar a los ciudadanos. Cuando este, por vía de los gobernantes delega la administración de servicios públicos a la empresa privada, además de estar incumpliendo sus funciones, esta cercenando derechos humanos fundamentales y pilares de la dignidad y el desarrollo social.
La tendencia en la privatización de los servicios públicos, en el fondo es una declaración de incapacidad de los gobernantes.
Algunos líderes políticos sean vuelto maestros en el arte de crear narrativas que llamen la atención.
Su prolífera producción de esta técnica de relatos mediante la cual construyen enemigos internos y externos, desvían la atención de los problemas reales de los ciudadanos, a los cuales no les dan solución.
La actuación del primer ministro portugués Luis Montenegro, en la crisis de los incendios, solo puede verse como una enorme insensibilidad y torpeza política.
Por otro lado, la inacción del gobierno durante más de 20 días de esta crisis, demuestra que no tenían un plan, no sabían que hacer, no tenían un manual de crisis, y minimizaron el problema, lo cual termino costando vidas además de pérdidas materiales.
La comunicación política gubernamental está cambiando, pues los líderes de los gobiernos pareciera que están más interesados en polemizar que en mostrar su obra.
¿Estrategia distractora? Hay que analizar cada caso dentro del momento histórico actual y la coyuntura de cada mandatario.
No todo lo que se ve, es necesariamente lo que parece.
