Ganamos ¿y ahora qué?
Por. @OrlndoGoncal
A veces se piensa que ganar la elección es la parte difícil. En ocasiones es muy fácil, en otras pueden ser verdaderamente sufridas. Pero, el verdadero reto va a ser gobernar. Y comunicar correctamente para mantener el diálogo constante y fluido con los ciudadanos, es el gran desafío.
En la elección se busca conquistar el corazón del elector para lograr su voto. En el ejercicio del -gobierno o del legislativo- se busca ganar el corazón del ciudadano para que su apoyo otorgue el soporte necesario para la gobernabilidad.
Para ello, hay que tener un plan estratégico, prepararse y rodearse de los mejores. La tarea de gobernar es algo parecido a un triatlón en larga distancia. En este tipo de competencias -el ejercicio del gobierno o de la labor parlamentaria el recorrido es de muchos kilómetros, con sueño, cansancio, pero sin descanso ni pausas.
Así que, todo gobernante o parlamentario deberá correr muy rápido, su período de ejercicio pasa velozmente y, si no se tiene un plan y un equipo eficiente, el tiempo se va y, quizás no logre alcanzar los objetivos. Deberá pedalear fuerte, habrá muchas cuestas, algunas muy empinadas, la ruta a recorrer puede estar llena de imprevistos y, sobre todo, tendrá que hacer tiempos extras en búsqueda de recursos adicionales que le permitan realizar mayores obras o acciones en favor de sus gobernados.
También le tocará nadar en un gran estanque lleno de tiburones que, estarán a la espera de su oportunidad para tratar de infringirle daño, intentarán ahogarlo en investigaciones, solicitudes, peticiones, y, si pueden, hundirlo.
Por ello, desde la campaña, cuando se planeó, estudio y redactó el “plan a desarrollar” debió quedar claro cuáles serían los objetivos estratégicos que se desean alcanzar en la gestión, cuáles las metas prioritarias, y, sobre todo, cuál es el legado que se quiere dejar. Por supuesto, para desarrollar lo anterior hay que contar con un análisis de la realidad de lo que se va a heredar en materia de finanzas, ingresos, deudas y compromisos económicos actuales y futuros, incluida la estructura organizativa, personal y sus capacidades, juicios pendientes y el estado de cada proceso, equipamiento de la institución, entre otras.
En ocasiones se hace el plan estratégico de gobierno pensado y fundamentado en la visión del líder del proyecto, y luego, a la hora de asumir las riendas de la administración se chocan contra la muralla de la realidad, la que normalmente tiende a ser menos romántica que la concepción que el líder y su equipo habían imaginado.
Así en primera instancia se debe obtener la mayor información posible, y la que faltare, aprovechar el período entre la elección y la toma de posesión para complementar con información fidedigna, esto es prioritario, puesto que, ello permitirá hacer los ajustes necesarios para arrancar con los menores tropiezos posibles.
Por otro lado, usualmente, buena parte del equipo de campaña pasa a ser parte del gobierno, o parte del equipo del parlamentario. Aquí hay que hacer una observación, el hecho de que alguien haya sido muy bueno en la campaña, es más, pudo ser un personaje decisivo en el triunfo, pero, no necesariamente estar preparado para asumir funciones de Estado.
Generalmente este es un conflicto que no es fácil resolver, pero, el líder del proyecto tiene que sopesar entre rodearse de amigos y colaboradores corriendo el riesgo de que su gestión no sea la mejor, o, seleccionar a los mejores y más preparados para asumir las riendas de la administración o la gestión parlamentaria.
La respuesta es obvia, hay que seleccionar los mejores, aunque eso implique buscar gente con la que quizás no haya afinidad ideológica, pero, si la prioridad es hacer una gestión extraordinaria hay que contar con gente extraordinaria, con la cual, generalmente, es muy sencillo establecer las reglas básicas de convivencia y unidad de criterios.
Las negociaciones con estas personas llegan a buenos resultados, cuando se enfocan en los puntos de coincidencia que los unen, y, no en aquellos que pudieran distanciarlos.
Es el gobernante o parlamentario, quien debe tener claridad en sus prioridades y, seguramente serán hacer una gestión que trascienda en el tiempo.
Por último y quizás un elemento importante, es tener claridad y agudeza para no designar en su gabinete alguna persona que quiera sucederle. Si un funcionario tiene el más pequeño deseo de sucederle, con el tiempo, todo lo que haga va a estar en función de esa aspiración personal, y no del proyecto común por el cual fue designado.
En conclusión, es tan importante prepararse para ganar la elección rodeado de los mejores en cada área, como lo es prepararse para gobernar acompañado de los mejores en la cada área. Recordando siempre que se es el líder, no el todero. Por eso se necesita ganar y rodearse de los mejores para garantizar el mejor legado.
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