La desconexión de los candidatos.
Por: @OrlandoGoncal
En la comunicación política, el proceso de conectar con los ciudadanos se ha vuelto supremamente complejo, debido a que este está en absolutamente embebido en su propia dinámica, en su propio mundo, lo que hace que, conectarse con el elector, sea mucho más complejo, puesto que su prioridad es su mundo, sus dificultades, anhelos y angustias, y la política, no es necesariamente su prioridad.
Sin embargo, es impresionante como muchos candidatos se empeñan en tratar de imponer su propia narrativa e intereses, producto de su ceguera, la cual es potenciada por sus egos, y como resultado de ello, se desconectan de los ciudadanos.
Luego, se preguntan por qué pierden elecciones, por qué los ciudadanos no les conocen y más aún, los ciudadanos ni siquiera se enteran de lo que los políticos están hablando o proponiendo.
Para muchos candidatos, lo importante es poder decir o comunicar lo que “ellos” quieren decir, lo que “ellos” piensan, sin pasearse por el hecho de que, las elecciones no se tratan sobre los candidatos, se trata sobre los electores. Es decir, un candidato puede traer muy buenos planteamientos o propuestas, pero si estas, reitero, por más buenas que sean, no están alineadas con los intereses del ciudadano, sencillamente, no encuentran eco, se difuminan como el humo y no generan conversación entre los electores.
Hace apenas un par de décadas, el capítulo uno del manual de campañas electorales decía que para ganar una elección había que hacer tres cosas: dar a conocer el candidato, publicitar las ofertas electorales y pedir el voto. Como ya dijimos, eso ha cambiado mucho, y ahora, literalmente, tenemos un proceso de toma de decisión del elector en forma de cascada y, por lo tanto, además de más complejo, no hay forma de saltarse los pasos.
Tal cual como el agua en una cascada fluye desde la parte alta y hace un recorrido continuo hasta en encontrase nuevamente con el río, así es el proceso de tomada de decisión de por quién votará un elector.
Dicho lo anterior, veamos la senda de esa cascada.
El primer paso es llamar la atención del elector, pues este tiene demasiada información que procesar, generalmente relacionada con su vida diaria, y la política, no es una primicia para él.
Es segundo lugar, lo que el político quiera comunicar tiene que estar enmarcado en los temas de interés mutuo. Es decir, tienen que ser de interés del ciudadano y este debe percibir que también lo son para el candidato. Si el interés no es realmente mutuo, el proceso se puede interrumpir.
El tercer movimiento es que se despierta entonces el interés del elector, producto de los dos pasos anteriores y cuando esto sucede, el ciudadano realiza la identificación del nombre del candidato, es decir, obtiene e investiga un mínimo de información de quien le está hablando de algo que además de interesarle, siente que es de interés de ambos.
El siguiente nivel, es que el elector se forma en su mente una imagen del candidato y si la misma, por alguna razón resulta negativa se interrumpe el proceso, pero si es positiva, se avanza en este protocolo, y el elector entra en la fase de profundizar en la imagen del candidato, es decir, más allá de saber su nombre, busca obtener más información que le permita crear en su imaginario cierta cercanía al político, con información como sus estudios, algo de la vida familiar, experiencia, historia, entre otras.
Al llegar hasta acá, el elector entonces establece una conexión entre sus intereses y la imagen que se formó del candidato, lo que le lleva a desarrollar su intención de voto, pero es solo la intención, por lo cual la campaña de un candidato, debe realizar toda una serie de acciones para que esa “intención” se transforme en “solidez” es decir, un real convencimiento y voluntad de votarle a ese candidato.
El último paso, es el esfuerzo final que tanto el candidato como la campaña deben hacer, con la sutileza del caso, pero con mucha emocionalidad, que logre la concreción del voto, es decir, que ese elector, el día de la elección, salga de su casa y vaya a votar por ese candidato.
Como se ve, el proceso es complejo, puede tomar cierto tiempo en construir, y ni siquiera se pide el voto de manera directa, se va induciendo al elector para que vote, sin embargo, impresiona la cantidad de candidatos que aún no logran entender este proceso y siguen usando las viejas tácticas electoreras del siglo pasado y aún así, pretenden ganar elecciones.