El timing, el momentum y el ritmo de las campañas.
Por: @OrlandoGoncal
Para iniciar, el término timing del idioma ingles hace relación al tiempo; palabra que suele usarse en la terminología de la Consultoría Política, y traduce organizar, planificar y desarrollar acciones, actividades o tareas -tácticas- dentro de un marco de tiempo definido, con lo que se pretende llevar a cabo una estrategia electoral que logre los objetivos estratégicos planteados desde la etapa de investigación.
Dicho de manera más simple, en una campaña electoral, dado lo limitado del tiempo para ser desarrollada es importante definir con antelación los objetivos estratégicos que se desean alcanzar. Para ello, una de las herramientas fundamentales es el proceso de investigación, el cual arrojará información de calidad que permitirá la construcción de la estrategia.
Adicionalmente hay que considerar que, en ocasiones, -bien por causas endógenas o exógenas- no siempre se logra desarrollar algunas actividades previstas en la planificación. Por ello la importancia de saber leer el timing o el momento ideal del país, la región y de la propia campaña, para poner en práctica de manera eficiente las distintas tácticas que permitan el desarrollo de la estrategia.
Ahora bien, si en ocasiones las causas internas o externas impiden desarrollar las acciones y tácticas, entonces el timing no es el correcto, -supóngase que la campaña desea hacer una gran celebración, pero el país está de luto- evidentemente no es el timing correcto para la celebración, por lo que dentro del replanteo táctico -la estrategia se mantiene- se debe recurrir entonces a adaptar rápidamente el enfoque. La perspectiva de la campaña debe ser generar las condiciones para crear momentum, a través del cual entonces se puede generar el timing perfecto de la campaña.
El término momentum lo popularizó Isaac Newton (1642-1727) quien, interesado en comprender cómo los objetos superaban la inercia para conseguir el momentum, propuso las tres leyes del movimiento. Así que, si las circunstancias, -internas o externas- a la campaña presentan obstáculos para implementar lo planificado, entonces crear el momentum, es una buena alternativa.
Adicional a lo anterior se debe considerar el ritmo de la campaña, el cual está íntimamente ligado al timing y al momentum de la misma. Pese a su interacción algunas campañas nunca logran entender ninguno de los tres conceptos; por lo tanto, cuando existe este desconocimiento entran en una carrera desenfrenada sin norte o en una creciente parálisis. En cualquiera de los casos, el resultado, generalmente, es la ineficiencia.
El ritmo de toda campaña siempre debe ser de menor a mayor. Es decir, a medida que avanza la campaña debe aumentar el número de actividades y, por ende, aumentando su despliegue e intensidad. Eso se logra cuando se tiene conocimiento y claridad en el momento de organizar y planificar las acciones a desarrollar; puesto que, cuando con antelación se definen los objetivos estratégicos a lograr, basados en un proceso de investigación con información y datos de importancia, se tiene un desarrollo de campaña eficiente.
A lo anterior hay que agregarle que generalmente una de las grandes limitantes en las campañas es el financiamiento, y por lo tanto al momento de planificar hay que hacerlo sobre las bases sólidas de hasta dónde puede alcanzar el financiamiento inicial con el que se cuenta, pero, algunas campañas van por el falso espejismos de que si arrancan con fuerza, que si pegan primero, dominarán la escena, y esto no necesariamente es así, pues de nueva vuelta, primero, quizás no sea el timing correcto, pero más importante aún, al hacer un arranque vigoroso es muy difícil mantener el ritmo a lo largo de la campaña, sobre todo si no hay un flujo de dinero que ayude a soportar el ritmo inicial.
En adicional, los colaboradores de la campaña, -voluntarios o contratados- requieren tiempo para ambientarse, entrenarse, interiorizar y asimilar los objetivos estratégicos a lograr; y en paralelo, los votantes también requieren de tiempo para asimilar la idea de que ya comenzó el proceso electoral, por lo tanto, empiezan a conocer y digerir la información y mensajes que las distintas campañas intentaran hacerles llegar.
En conclusión, los americanismos del timing y el momentum son fundamentales en cualquier campaña. Igualmente, importante es el ritmo de estas, pues al tener coherencia y concordancia entre los conceptos anteriores esa triada permitirá aumentar exponencialmente el éxito de la campaña.
Se dice simple, se ve fácil, pero, lograrlo en el terreno en medio del mar de egos que a veces complejiza a una campaña, es otra historia. Pero la comunicación política moderna, ayuda y mucho en la consecución del éxito.
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