La encrucijada guaraní
Por: @OrlandoGoncal
El próximo domingo 30 de abril más de 4.7 millones de paraguayos tendrán la oportunidad de elegir al nuevo presidente y vicepresidente de la República; además a 45 senadores; 80 diputados; 17 gobernadores; y 257 miembros de las Juntas Departamentales.
El país paraguayo tiene en su contexto social enormes contrastes, cuenta con una clase alta educada y formada; una clase empresarial pujante y emprendedora; pero, al mismo tiempo en el 2020 según cifras del Banco Mundial, el 26,9% de población tenía ingresos per cápita inferiores al costo de la canasta básica de consumo, situación está que es caldo de cultivo para otros problemas sociales, los cuales fueron agravados por la pandemia.
A lo anterior hay que agregarle la extrema polarización social que arrastra su sistema político desde los tiempos del expresidente Cartes, hecho que hoy día se refleja en casi todas las encuestas. A comienzo del mandato del expresidente Cartes, parte de su bancada, tanto en Senado como en Diputados, se le rebeló generándole inconvenientes al interior de su partido, movimiento que fue encabezado por el entonces senador Mario Abdo Benítez.
Esa división se fue profundizando con el paso del tiempo, y en las internas del partido colorado Cartes no logra imponer a su candidato presidencial -después de un fallido intento de reformar la Constitución para reelegirse- y perdiendo el pulso con Abdo Benitez por el control del partido.
Con ese panorama Mario Abdo supera al liberal Efraín Alegre por menos de cuatro puntos, la ventaja colorada más ajustada desde 1993. El gobierno del presidente Mario Abdo se ha visto empañado con varios escándalos de corrupción, sumado a lo anterior, su gestión no ha sido bien evaluada, y tampoco ha logrado cumplir la mayoría de las promesas electorales.
Con ese desgaste del gobierno del presidente Abdo, el expresidente Cartes logra entonces hacerse a la dirección del partido e impone a su candidato Santiago Peña, exministro en su gobierno.
En la acera del frente, Efraín Alegre, líder del partido Liberal, logra armar un movimiento que involucra a 14 organizaciones, que llama Concertación Nacional para un Nuevo Paraguay, siendo este su tercer intento por llegar al Palacio de López.
Hasta acá nada extraordinario, solo un pequeño resumen. La situación se torna compleja cuando a la ecuación se le suman los últimos acontecimientos en el mes de enero del presente año, cuando los Estados Unidos sanciona al expresidente Cartes -y al actual vicepresidente del país- por supuestos actos de corrupción “que socavan las instituciones democráticas”, según dijo el Departamento del Tesoro. Esto sumado a la larga y amarga disputa interna que arrastra el partido Colorado, pone en dudas que el férreo control territorial a través de su maquinaria, si podrán superar las dificultades.
El coloradismo es un voto de identidad muy arraigado en el Paraguay profundo, sin importar quién sea el candidato, su currículum o las circunstancias que lo rodeen, el militante colorado se movía hacia su candidato; pero en las actuales circunstancias, ninguna encuesta permite ver con claridad si esa confianza se volverá a depositar pese a los acontecimientos.
Por otro lado, Santi Peña, se presenta como el candidato para impulsar el desarrollo integral del país, enfocando su propuesta en la generación de empleo, inversión en capital humano, salud, y educación. Con un discurso que, si bien mantiene y proclama “los valores colorados” trata al mismo tiempo de establecer distancia con el presidente Mario Abdo y por ello afirma que: “Los próximos años pueden ser los mejores años para el Paraguay, pero tenemos que poner en práctica todo nuestro conocimiento, nuestra experiencia y nuestra determinación».
Por su parte, Efraín Alegre concentra su propuesta de gobierno en la lucha contra la corrupción para lograr el bienestar, algo que pudiera no ser lo suficientemente contundente y entendible para la población; y hasta débil el mensaje, máxime cuando declara: «Setenta años hemos visto del gobierno colorado. Que nos den una oportunidad a la Concertación y vamos a demostrar que podemos realmente ver el otro Paraguay, el del trabajo, el del esfuerzo, un Paraguay solidario que tenga una respuesta a las grandes necesidades de la gente».
Es claro que hay un hastío de la población guaraní con su sistema político. Es evidente que el desgaste del partido Colorado por tantos años en el poder, pero sobre todo por las enormes disputas y pleitos internos en los últimos ocho años, sumado a las sanciones impuestas por los Estados Unidos al expresidente Cartes, ponen en riesgo su hegemonía, pero en la acera de al frente, el candidato Efraín Alegre con un discurso difuso, carente de pegada y profundidad, tampoco aprovecha el momento y las debilidades de su adversario.
Queda claro que Paraguay es un país con gente extraordinaria, gente que sabrá leer el momento histórico y jugársela por un gobierno que se ocupe de resolver los grandes problemas y desafíos que enfrentarán las nuevas generaciones para proyectar el futuro del país y su población.
Los más importante lo tienen, el espíritu guaraní que seguramente los sacará de la encrucijada en la que están.
Imagen: AFP