Negociación en política, recurso obligado.
Por: @OrlandoGoncal
Las dinámicas -económica, académica, social, cultural, y en especial la política- en las sociedades modernas necesitan mecanismos de cooperación; para ello requieren de cierta flexibilidad. Y recordando lo dicho en anteriores columnas, la complejidad de los procesos políticos es cada día mayor; tanto que las democracias no están dando respuestas a los ciudadanos, razón por la cual el apoyo de estos a la democracia viene en caída desde hace más de dos décadas, por ello los procesos de negociación política son hoy por hoy un recurso de obligatoria aplicación si se desea ampliar la base de gobernabilidad.
Ahora bien, ese proceso de negociación generalmente se inicia con las labores de gobierno o en los parlamentos, pero ¿Qué sucede si esos procesos de negociación se adelantan desde antes de la campaña electoral?
Una negociación política anticipada es un proceso mediante el cual un grupo de actores políticos visionarios llegan a feliz término pese a existir posibles conflictos de intereses, buscan sacar el mayor beneficio posible alineando sus intereses para la obtención de objetivos estratégicos comunes, o bien, en detrimento de algún adversario. Para éste logro no solo deben realizar intercambio de información y estrategias, además, deben honrar los compromisos, y lógicamente ceder algunos intereses u objetivos importantes.
Si bien este es un procedimiento usual en las campañas, también es frecuente que al interior de los grupos que generan estas negociaciones haya disputas y discusiones para llegar a acuerdos electorales. Lo más importante es -el cómo- plantear estos acuerdos a la ciudadanía, recordemos que este acto incidirá de manera determinante en el éxito o el fracaso en la consecución de los objetivos planteados.
La decisión de negociar en las campañas electorales, generalmente, surge de la necesidad de resolver un conflicto común, y casi siempre tiene que ver con la consolidación del respaldo de los electores, ¿Para qué?, por un lado, detener el avance de algún adversario, y por otro, para aumentar las posibilidades de éxito de los grupos que logran alcanzar acuerdos que beneficien a las partes.
De nueva vuelta, uno de los factores que mayor peso tendrá en la consecución de los objetivos planteados es -el cómo será percibido, primero la negociación, y luego el acuerdo, por el electorado- puesto que, si éste la visualiza como un mero arreglo político entre dos o más partidos o grupos políticos para la consecución del poder y repartirse posiciones burocráticas, es posible que ésta no reciba el respaldo requerido.
Los ejemplos abundan. En México los partidos PAN, PRI y PRD -demócrata cristiano, social demócrata y progresista- pactaron alianzas electorales en distintos estados de la república para enfrentar electoralmente a Morena, partido gobernante, y no les funcionó; puesto que el electorado percibió esa alianza como una mera repartición burocrática con la intención de desplazar del poder al partido de gobierno.
Ahora bien, todo proceso de negociación requiere de preparación, lo que implica un plan que evite la improvisación. Previstos los elementos necesarios, entonces se podrá entrar en la negociación en sí misma, bajo la estrategia adoptada por cada grupo participante, así como las técnicas y la habilidad de cada negociador.
Paralelamente, durante el proceso de negociación hay que establecer una estrategia comunicacional poderosa que trabaje en dos sentidos, por un lado, conectando al ciudadano e involucrándolo en una gran conversación local y nacional que aborde los temas importantes de la vida de los electores, y por otra, demostrando que ese proceso de negociación no responde a un mero interés político electoral, razón por la cual en ese gran diálogo se involucra a líderes más allá de los partidos, personajes de la vida cotidiana de la sociedad, como la academia, empresarios, sindicatos, organizaciones culturales, las iglesias, la sociedad civil, entre otros. Entonces las posibilidades de que esos procesos de negociación tengan éxito electoral serán exponencialmente mayores.
Por último, si el desarrollo de la negociación fue acompañado de una gran estrategia comunicacional, esta permitirá sentar las bases sólidas de la gobernabilidad del futuro gobierno, una verdadera anticipación estratégica de una gobernanza sólida.
Podemos afirmar que la negoción en política es una estrategia anti avance de los populismos, de esos que exacerban y dividen las sociedades, explotando los sentimientos negativos de las comunidades, y con acuerdos transparentes de cara a los ciudadanos, con el fin de ampliar la base de gobernabilidad y de involucrar a los mejores hombres y mujeres del país para afrontar los retos de un nuevo gobierno se vuelve un recurso obligatorio que generaría grandes beneficios para el desarrollo de una sociedad moderna.
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