Peligro de extinción al asecho.

Peligro de extinción al asecho.

Por: @OrlandoGoncal

La atención mundial está concentrada en la invasión de Rusia a Ucrania. El zar ruso, Putin, lleva 22 años en el poder. En reiteradas oportunidades ha insinuado -y en otras ha sido más directo- que fue un error histórico disolver la Unión Soviética, y esta última acción quizás vaya encaminada a intentar restituir el viejo imperio soviético.

Primero lo hizo con Georgia en 2008, luego Crimea en 2014 y el mundo miró a otro lado; tiene injerencia en Afganistán; en el conflicto sirio; negocia y apoya al régimen de Corea del Norte y China, todo para tratar de mantener una influencia en la geopolítica mundial. De alguna manera lo ha logrado, siendo el país más grande del mundo, pero su producto interno bruto es un poco más de la mitad del de Gran Bretaña y Francia sumados.

El conflicto producto de la invasión rusa a Ucrania tiene innumerables aristas, de las cuales desconozco la mayoría; pero, la realidad muestra cómo el mundo centra su atención en esa invasión olvidando que, en el planeta, hoy, hay más de 60 conflictos activos, y es sobre este punto que quisiera llamar la atención.

Las Naciones Unidas declaran que a nivel mundial el número de muertes por las guerras ha disminuido desde 1946, sin embargo, los conflictos y la violencia va en aumento, y solo durante 2020 se registraron 34 conflictos armados, la misma cifra que el año anterior.

Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, un total de 235 millones de personas necesitaron asistencia humanitaria en 2021, un incremento del 40% respecto a la del año anterior, atribuible mayoritariamente a la COVID-19. Lo cual nos dice que ni siquiera la pandemia pudo frenar las muertes y el desplazamiento generado por los conflictos en el mundo.

El informe anual de ACNUR publicado en junio de 2020 confirma la tendencia del crecimiento exponencial del desplazamiento forzado en la última década: al finalizar 2019 había 79,5 millones de personas desplazadas, y muchos generado por los más de 60 conflictos activos que hay en el planeta.

La información del -Proyecto de Localización y Datos de Conflictos Armados -ACLED, la mayoría de los conflictos entre fuerzas estatales y/o rebeldes, se encuentran en África, Medio Oriente y Asia, siendo los más dramáticos los conflictos en Ucrania, Rusia, Siria, Libia, Somalia, Yemen, Afganistán, Palestina, Israel, Sáhara, Marruecos, Argelia, Etiopía, Níger, Chad, Mozambique, por nombrar algunos, y en nuestra región, que no escapa a la conflictividad, tenemos a Colombia, Venezuela, Nicaragua y Cuba.

Es claro que después de la segunda guerra mundial la Organización de las Naciones Unidas ha cumplido un papel fundamental en el mantenimiento de la Paz en el mundo; pero, desde hace varios años, tanto la ONU como los demás organismos internacionales -incluida la Corte Penal Internacional-, han venido siendo cada vez menos eficientes para evitar y controlar estos conflictos.

Las democracias han migrado en sus principios dando mayor preponderancia a los acuerdos económicos, dejando de lado el respeto a los derechos humanos y a los intereses colectivos. Los autócratas cada vez son más poderosos y lo líderes de muchos países se hacen los de la vista gorda ante los abusos de estos.

El conflicto moderno no es izquierdas contra derechas, u occidente contra oriente, o inclusive, occidente contra occidente. La lucha que está planteada es autocracias contra democracias, y la invasión rusa a Ucrania es solo una de las pequeñas demostraciones de ello. China contra Hong Kong y Taiwán, es otra que no hay que perder de vista, y menos ahora, cuando todo apunta que será el siguiente foco en estallar.

Nicaragua y Venezuela, son ejemplos claros de como los autócratas usan el sistema democrático para acceder al poder y luego lo pervierten para ejercer su voluntad. Suena bastante parecido a lo acontecido con el zar Putin en Rusia. Y reitero, el mundo se ha vuelto más permisivo con estos acontecimientos.

No hay duda que el mundo ha cambiado, que las viejas doctrinas y estrategias militares usadas desde la segunda guerra mundial están obsoletas. Es hora de que los organismos internacionales y los Estados se adapten a las nuevas realidades, evolucionen para superar los rezagos de la vieja violencia que aún tiene sometido al planeta a conflictos típicos del siglo pasado.

Estamos en un punto de inflexión donde, si el conflicto por la invasión a Ucrania se extiende, tal como lo dice Yuval Harari, “puede ser la mecha que active más conflictos, y quizás, nuestra generación no llegue a ver el fin de ellos”.

Definitivamente con la pandemia del COVID-19 no aprendimos nada de las presuntas enseñanzas que debió dejarnos la tragedia y el dolor. Lamentablemente la posibilidad de extinguirnos está al asecho, como lo presagia el pensador Yuval Harari, “es improbable y dudoso que Homo sapiens esté aquí todavía dentro de 1.000 años…”

En fin…

Esto es lo que tenemos hoy día.

La gran pregunta es

¿queremos cambiar o seguimos en la ola y veremos a donde nos lleva?

Imagen: https://www.laopiniondemalaga.es/

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