El ciudadano y su decisión electoral. Video columna #86

El ciudadano y su decisión electoral

Por: @OrlandoGoncal

Los electores son los que tiene el poder de decisión, en ellos reposa el poder del sufragio; así que, todo, absolutamente todo lo que se haga en una campaña debe estar enfocado para conquistar su voto. Ahora, ese proceso de conquista del voto ha evolucionado al igual que lo ha hecho la sociedad. Han sido tantos los cambios que se estima que los avances logrados en los últimos 30 años son mayores los alcanzados en los dos siglos anteriores.

Hoy en día la memoria de cualquier Smartphone tiene más información de la que podría llegar a almacenar un ser humano hace dos siglos. Así de dramático ha sido el cambio. Sin embargo, aún hay campañas que se quedaron ancladas en las prácticas de hace 30 años atrás. El manual de campañas electorales de esa época decía que para ganar una elección había que hacer tres cosas básicas:  hacer que te conozcan, presentar la oferta electoral y pedir el voto.

Ralph Murphine usaba con frecuencia la frase: “los detalles de la cascada en la toma de decisión han cambiado dramáticamente sobre los últimos años” y se ha complejizado enormemente aún más en los últimos años. Por ello, hoy en día las campañas deben buscar la conexión emocional con los electores, siendo ésta la manera más eficiente de llegar a ellos. Todos esos sentimientos deben producir en el elector una cascada de emociones que lo guiarán a través de un proceso del pensamiento, de tal manera que para la toma de decisiones en su mente se forme la imagen de que lo él que desea para sí y para su familia, lo representa ese candidato.

El mensaje y las acciones de campaña deben, además, producir empatía con el candidato, haciéndole sentir que es un ser humano muy cercano. Esa percepción, se convierte dentro de su mente en la identidad que el elector se formará del candidato y que, con el tiempo, se transforma en la reputación del candidato ante el imaginario colectivo.

Este proceso de descodificación de los mensajes por parte de los receptores toma apenas unos segundos, por lo cual, si se quiere ganar la competencia ante los miles de mensajes que reciben los ciudadanos diariamente, debemos tomar en consideración las características del mensaje que se emite, así como el proceso de pensamiento del elector.

Por ello, llamar la atención del elector es el primer paso. Podría pensarse que deberían hacer cosas extravagantes para lograrlo, y no es necesariamente cierto; el proceso puede resultar más simple de lo que imaginamos. Ser creativo, diferenciarse de los demás, romper con la monotonía y, sobre todo, hablar de temas de interés mutuo.  Se trata de establecer un “diálogo” en función de los intereses del ciudadano.

Por ello, el diálogo que se debe tratar de establecer es sobre cosas de interés mutuo. Entiéndase bien el concepto de “interés mutuo”, estamos hablando de temas de la vida cotidiana del elector, pero, el detalle determinante radica en que ese elector debe percibir que al político también le interesan esos temas, porque también los vive, siente y padece.

Si se cumplen los dos principios anteriores, entonces logramos abrir una pequeña ventana de oportunidad para que se establezca ese diálogo fluido, y, por lo tanto, adquiera cierto grado de credibilidad para el ciudadano.

Superados los pasos anteriores de la cascada, es el elector quien buscará saber quién es la persona que le está hablando, quién es ese personaje al que le preocupan las mismas cosas que a él. Evidentemente, la campaña debe hacer su labor ayudando al elector a identificar bien al candidato.

Por otra parte, conocer solamente el nombre del candidato no genera cercanía entre estos y los electores. Por ello las campañas deben hacer esfuerzos por dar a conocer los candidatos, pues cuantos más detalles tenga el elector, más percepción de cercanía se producirá.

La congruencia entre lo que se diga, se haga, se sienta y, sobre todo, lo que se haya hecho en el pasado –la historia personal o profesional- de un candidato tienen una alta incidencia en los niveles de credibilidad que la población le otorgará al candidato, por lo tanto, esa coherencia incidirá en la imagen positiva o negativa que se forme el elector.

Cabe recordar que la construcción de una imagen pública es una labor de 24 x 7, es decir, es una tarea que no permite ni descansos ni deslices, porque el escrutinio público está en alerta constante, por lo cual esperar a la campaña para salir a hacer propaganda y pensar que solo con ello se construye una imagen, una marca, es un craso error.

Cuando logramos superar las etapas anteriores, se produce una conexión entre los intereses mutuos y la imagen del candidato, lo que lleva al elector a pensar seriamente en otorgarle el voto de confianza a ese candidato.

El proceso aún no está completo, pero el mensaje es claro. Se trata de conectar emocionalmente con el elector y a lo largo de un proceso inducirlo a tomar una decisión razonada del porqué quiere votar por ese candidato. Eso, es mucho más eficiente, rentable, económico y seguro, que seguir intentando las viejas prácticas de la politiquería barata.

Imagen: https://www.altonivel.com.mx/

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