Más consciencia, menos fanatismo
Por: @OrlandoGoncal
Las protestas mundiales contra el racismo tras el asesinato de George Floyd en los EEUU, en algunos lugares se tornaron violentas y se encendió el debate sobre el colonialismo y la esclavitud.
Esto llevó a que, en varias ciudades de los EEUU y Europa, estatuas fueran dañadas estatuas de personajes históricos, por los manifestantes antirracistas.
La dirigente Nancy Pelosi, llegó a pedir que fueran retiradas del Capitolio once estatuas de confederados que se oponían al fin de la esclavitud, argumentando que: “Los monumentos de hombres que defendían la crueldad y la barbarie para lograr un fin puramente racista son una afrenta grotesca a los ideales estadounidenses de democracia y libertad”.
Cuando suceden éstos hechos vale la pena preguntarse, si éstas actitudes -dañar monumentos históricos-, ¿contribuye con la lucha antirracista, y con la batalla por eliminar las desigualdades en el mundo?
La Real Academia Española define el fanatismo como: “apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas” partiendo de la definición podríamos imaginar que, ese fanatismo solo nos puede conducir a más intolerancia, con lo cual, en nada contribuirá en la lucha por disminuir las desigualdades.
La expresión que dice “aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla”, Sin importar quién sea el autor, es una realidad innegable. El estudio de la historia nos permite entender las causas que generaron la evolución de los acontecimientos para finalmente comprender cómo llegamos al momento histórico presente.
Así que el acto de destruir estatuas y monumentos que nos cuentan esa historia son hechos más ligados al fanatismo irracional que, a un juicio razonado; el hecho físico como tal, solo aporta destrucción y, más grave aún, priva a las futuras generaciones del conocimiento básico sobre el pasado, el que les ayudará a entender su presente.
La historia nos sirve para estudiar el pasado, con el objetivo de dar explicación al presente. Con la historia podemos entender por qué las cosas son como son en el presente; así que, las tradiciones, cultura, política, economía, tecnología sin el estudio de la historia no podemos encontrar ni su evolución y menos aún el hilo conductor que nos trajo hasta el presente.
La historia contará para las futuras generaciones lo que realmente sucedió, y esta dirá que un grupo de gente quiso borrar el pasado, destruyendo algunos símbolos que registraban los hechos pasados.
Si esa destrucción ayudara a solucionar las injusticias del pasado, a desaparecer las desigualdades, entonces deberíamos destruir las pirámides mayas, aztecas, incas y egipcias, pues muchas de ellas fueron construidas en condiciones infrahumanas, bien por esclavos o por seres en condiciones casi de esclavitud.
¿Qué ganaríamos con esa destrucción? Borrar un pasado que al día de hoy seguimos estudiando por la fascinación que provoca las obras arquitectónicas hechas hace miles de años y que muchas de las cuales aún no tienen una explicación de cómo lo lograron.
Deberíamos entontes aplaudir que desde el año 2014, la banda terrorista Estado Islámico ha destruido o robado patrimonio cultural en Irak, Siria y Libia, ha saqueado y destruido al menos 28 edificios históricos religiosos, y los artículos de valor de algunos de los edificios fueron saqueados con el fin de pasar de contrabando y fueron vendidos para financiar las actividades de Estado Islámico.
La historia registrará el comportamiento de las sociedades. Registrará quienes fueron de mente amplia, los que aceptaron que se puede construir consensos desde el disentimiento, desde las diferencias y quienes niegan al otro por su color de piel, por sus creencias religiosas o sus preferencias sexuales. Registrará los que fueron irrespetuosos y quienes fueron irrespetados. La historia atribuye gloria, pero también deshonra y estas, quedarán para siempre.
La historia nos ha enseñado los errores que como civilización hemos cometido y nos alerta para no volver a cometerlos, aunque en ocasiones no le hacemos caso y los seguimos cometiendo. Muchos de los eventos históricos son vergonzosos, difíciles de entender como los seres humanos destruyen a otros seres humanos, como usamos la ciencia para inventar armas cada vez más eficientes para matamos entre nosotros, o como en pleno siglo XXI según la Walk Free Foundation haya más de 40 millones de esclavos.
Destruir parte de la historia no soluciona ningún problema, por el contrario, al borrar parte de la memoria histórica podemos volver a repetir errores que le han costado mucho sufrimiento a la humanidad.
Si de verdad queremos cambiar las cosas, eliminar las desigualdades, construir un mundo más justo, solidario y equitativo, debemos comenzar por ser más conscientes y menos fanáticos, tenemos que producir cambios en cada uno de nosotros, ser más auténticos, comprometidos con nuestros deberes, ejercer nuestros derechos.
En este planeta estamos todos y entre todos, poniendo cada uno de nosotros de nuestra parte, podemos ocuparnos de no seguir cometiendo los mismos errores que nos han traído hasta acá. Es construyendo y no destruyendo que se superan los errores, así que menos fanatismo y más consciencia, nos hará mucho bien.