El clientelismo político, definitivamente es un cáncer de las democracias, pero por fortuna, el cáncer tiene cura, solo basta que, por una parte, los ciudadanos tomen la decisión de combatirlo, y por otra, los nuevos liderazgos entiendan que la lealtad política, se construye con mucho tiempo y trabajo transparente, estando siempre al lado de los ciudadanos, mirándole a los ojos y con la verdad por delante.