Reinventarse ese el reto.
Más urgente es el imperativo ético que nos obliga a no seguir cometiendo barbaridades
Por: @OrlandoGoncal
De la noche a la mañana, la vida nos ha cambiado a todos. Esta pandemia vino a patear la mesa, tirando al piso el tablero y las fichas. Hay algunos dirigentes que tratan de recoger las fichas para rearmar el tablero, pero este también se rompió, y estos dirigentes tratan de reparar el tablero para poder seguir usando las mismas fichas, sin darse cuenta que el tablero no tiene manera de repararse, que hay que reinventar un nuevo tablero, nuevas fichas y, sobre todo, nuevas reglas de juego para este cambio de Era.
Muchas organizaciones y organismos internacionales están llamando la atención sobre la devastación la pandemia está ejerciendo en los ingresos de las personas. Las economías paralizadas en buena parte del planeta, el consumo de bienes y servicios ha registrado bajas históricas, el desempleo aumenta de manera vertiginosa, y todo esto va a desembocar en un aumento enorme de la pobreza y la pobreza extrema en el mundo, aumentando así las desigualdades y poniendo a un porcentaje importante de la población en situación de alta vulnerabilidad.
A lo anterior habría que agregar que los problemas globales que ya traíamos -crisis climática, narcotráfico, tráfico de armas y de personas, pandemias, virus informáticos, pobreza, crisis del agua, armamentismo, entre otros- se podrán exacerbar aún más, lo cual hará más vulnerable a las clases más desfavorecidas.
Los cambios de Eras siempre han traído desajustes y la creatividad e inteligencia del ser humano logran superar esas turbulencias, generando nuevas alternativas y oportunidades, sin embargo, en las últimas décadas esas oportunidades pareciera que son generadas para favoreces a unos pocos a costa de las mayorías. Basta con revisar las cifras de pobreza, desigualdad, capacidad de ahorro de las personas, desempleo, sub empleo y economías informales, para evidenciar que algo no está bien.
El Estado de Bienestar parece que se agota y no logra satisfacer las necesidades de los ciudadanos. Todos los días, dependiendo del dirigente de turno, se crean programas sociales asistencialistas que, teóricamente buscan auxiliar a las clases más desfavorecidas, pero al final terminan siendo instrumentos de control político, con lo cual se vulnera aún más la dignidad de las personas.
Esto sucede en muchos países de la región y por poner un ejemplo que ilustre esto, en México, entre los programas sociales federales, estatales y municipales hay más de 5.000 los cuales generan un gasto adicional al a los programas en sí, que es el de la supervisión y auditoria de los mismos y dado el número de ellos, se termina gastando una enorme cantidad de dinero esa contraloría que a la final se hace tan complejo el proceso para tener acceso a ellos que nuevamente se cae el circulo vicioso del control político y la ineficiencia de los programas.
Quizás sea oportuno entonces comenzar a debatir -y con urgencia- alternativas más eficientes y trasparentes, que realmente les generen a los ciudadanos oportunidades reales para que, con su propio esfuerzo y dedicación, puedan progresar. En esa línea, una idea que desde los años 70 se ha hablado de ella y que sobre la cual se han hecho varios ensayos en países como: Namibia, Kenia, India, Irán, Finlandia, Canadá, Holanda, Escocia, Francia, EEUU, es la Renta Básica Universal.
La misma tiene defensores y detractores, pero de lo que si estoy convencido es que debemos debatir con urgencia nuevas alternativas, pues no podemos permitir que nuestra torpeza, incapacidad y limitaciones técnicas nos obstaculicen, pero más urgente es el imperativo ético que nos obliga a no seguir cometiendo barbaridades como la de que miles de personas mueran de hambre o de falta de asistencia médica al día, o que haya millones de trabajadores con salarios inferiores a dos dólares diario, o que en pleno siglo XXI haya millones de personas sin acceso a agua potable o a electricidad.
La Renta Básica Universal podría ser un mecanismo que le dé “piso parejo a todos” si es que la idea es financiable, lo cual pareciera que si lo es si se reformula el Estado de Bienestar y todos ponemos de nuestra parte.
Ahora, quizás en paralelo debamos debatir la posibilidad de tener una Constitución Mundial que permita tener un marco jurídico, político y económico que permita la construcción de una sociedad más justa, solidaria y democrática. Tienen que existir normas que impidan los abusos de algunos sobre las mayorías, que las decisiones de algunos dirigentes tengan incidencia en todo el planeta y no haya manera de evitarlo. Es la hora de reinventar el mundo y tenemos la oportunidad de hacerlo mejor que antes.