Por: @OrlandoGoncal
En la política al igual que en la vida, tener claridad en cómo llegamos a ciertas situaciones, sus antecedentes y un diagnóstico claro al respecto, es vital para construir un futuro.
Vemos algunos ejemplos de cómo el no tener claridad en un tema generó una serie de hechos que, para unos han sido triunfos y, para otros, fracasos.
En Venezuela, Hugo Chávez, tuvo una clara lectura del malestar que sentía la Venezuela profunda y construyó un mensaje, un relato, que además de identificarse con esos venezolanos, les daba respuesta a sus anhelos.
Claramente, cada intervención de Chávez, además de estimular los sueños de muchos venezolanos, también estimulaba el deseo de venganza, pues parte de su mensaje se centraba en “tu estas mal, porque aquellos –la que Chávez llamaba la 4ta República- te han robado y te tienen en la miseria”.
Si pudiéramos desgranar su éxito electoral en 1998, estaría compuesto por un porcentaje –quizás el más pequeño- de electores que le votó por identificación ideológica. Le sigue otro grupo que le votó porque les sedujo su mensaje patriótico, nacionalista, basado en la figura de Bolívar.
Aquí me permito hacer un aparte, el uso de Bolívar, fue el darle un valor simbólico poderoso a su relato y, eso, en política puede llegar a tener un gran poder de conexión.
El otro grupo que le votó, -quizás el más numeroso- fue aquel que lo hizo porque no deseaba que -ganarán los otros-, pues estaban hastiados de todos ellos –la 4ta. República-.
Al tener claridad en el cómo logró su triunfo, nos muestra cómo Chávez basó toda su estrategia, acción y mensaje en ello, es decir, en mantener la confrontación, estimulando el malestar hacia todo lo que tuviera que ver con los políticos de la 4ta. República –el pasado-.
La oposición por su parte, sólo se dedicó a atacar una y otra vez a Chávez, simplemente oponiéndose a todo lo que éste hiciera o dijera, sin darse cuenta que Chávez, en el inconsciente colectivo, era el héroe pues había derrotado a los malvados y ahora se preocupaba por ellos. Ese error de lectura de la oposición hizo que el modelo de chavista se consolidara por dos décadas.
Si vemos el caso Bolsonaro, hay que tener claro que una buena parte de su votación fue en rechazo al Partido de los Trabajadores y sus principales líderes, igual que Duque en Colombia, pues una parte de quienes le votaron, lo hicieron por ser el candidato del expresidente Uribe, pero otra parte lo hizo para oponerse a Gustavo Petro. Y, si observamos a México, el caso López Obrador –AMLO-, el fenómeno es muy parecido a los anteriores y en especial al de Chávez.
Buena parte de la votación de AMLO fue para castigar y desterrar a los dos grandes partidos del status quo, el Pan y el Pri, que gobernaron por décadas y que –según el relato de AMLO- sólo trajeron corrupción y pobreza a México.
Así que, haber derrotado a los “malvados” del Pan y del Pri, vuelve a AMLO –para el inconsciente colectivo- el héroe que no sólo los derrotó, sino que además los está persiguiendo, como en los casos de la cancelación aeropuerto de Texcoco –después de una supuesta consulta “democrática”-, cerrar ductos para evitar el huachicoleo o robo de combustible, amenazar a la banca con eliminar las comisiones bancarias, nuevos programas de becas para los jóvenes, en fin una serie de medidas que, para la mayoría de los mexicanos más desfavorecidos, están muy bien, pues castigan a “los de siempre” y se ocupan de ellos.
Mientras esto sucede, la oposición mexicana, comete el mismo error que la venezolana, atacan al nuevo héroe –AMLO- y a la vista de la mayoría, se oponen por oponerse.
Pero entonces, ¿Qué hacer en estos casos? Es muy simple, se puede criticar y oponerse a las acciones de gobierno, más no del héroe –mientras lo sea-. Se puede oponer o atacar los colaboradores cercanos, al mandatario y a sus actuaciones, pero, no al héroe.
Se puede y es muy poderoso, crear un relato que permita a la población por si misma, con los propios hechos, llegar a la conclusión de que el héroe, se ha equivocado, pero, esto tardará algún tiempo. Adicionalmente habrá que plantear una alternativa a la política a la cual se oponen, para que el ciudadano, tenga la posibilidad de contrastar.
Nadie critica o golpea al héroe en las historias, cuentos y películas. Bueno, para muchos electores, -al menos por un tiempo- algunos mandatarios son héroes, por lo cual, la oposición debe ser supremamente inteligente, para ir desmontando el mito del héroe, sin ser el villano.
Imagen: www.consulta.mx