Los británicos tomaron hace pocos días una decisión que además de tener un profundo impacto sobre ellos mismos, lo podrá tener en el mundo.
En una decisión que muchos analistas consideran absolutamente irresponsable (y que comparto plenamente), el Primer Ministro Dave Cameron, en vez de llevar el debate al parlamento sobre la permanencia o no de Gran Bretaña en la Unión Europea (EU), resuelve llevarla a un referéndum.
Cameron, tratando de resolver un problema interno de su gabinete y de liderazgo de su partido y pensando erróneamente que si ya había ganado dos elecciones y dos referendos pues ganaría este también, se aventura al referéndum.
Todos conocemos los resultados. El 51,89% de los británicos votaron por salir de EU, lo cual ahora, a días de esa decisión, ya muchos de los votantes dicen sentirse arrepentidos.
De aquí, ahora se desprenden dos preguntas: la primera ¿Por qué gana el la opción de salida (Leave) de la UE? Y la segunda ¿Qué sigue ahora?
Comencemos por la primera. Toda campaña se basa en emociones, y estas, son las que toman la gran mayoría de las decisiones de los humanos. Los partidarios de la salida (Leave) jugaron muy bien con dos de ellas, al igual que sus contrarios, pero estos últimos, con evidente menos éxito, ambos jugaron con la esperanza y el miedo.
La opción de quedarse (Bremain), jugó al miedo con los argumentos económicos, de que la economía sufriría mucho si se salían de EU. Se lanzaron toda clase de advertencia, todas algo difusas y de difícil comprensiones para la mayoría de los votantes, pues eran muy técnicas. Sus oponentes, por el contrario usaron un argumento también económico, pero muy simple y de fácil comprensión. Estos dijeron que Gran Bretaña envía 350 millones libras semanales a Europa y que saliendo de la UE, esos dineros serian usados en el sistema de seguridad social del país.
Si bien el argumento era falso, pues nunca se pudo demostrar que esa cantidad era cierta, si impactó positivamente en el electorado que tradicionalmente más vota, los mayores de 65 años. Claro, estaban de alguna manera hablándoles de sus pensiones, sus medicamentos subsidiados y otros beneficios, que les impacta de manera directa y frontal.
Otro elemento que entró en juego fue el tema migratorio. Gran Bretaña ha sido un país de inmigrantes, desde sus antiguas colonias hasta hoy, sin embargo el conflicto en medio oriente y en especial en Siria ha hecho que millones de personas huyan y entren a Europa para escapar de la barbarie.
Los promotores de la salida, nuevamente con argumentos que apelaban al sentimiento (nacionalismo, independencia, miedo) presentaron el tema de los refugiados como una invasión que a la larga desfiguraría su país. La otra opción volvió a caer en tecnicismo y sus respuestas fueron muy débiles.
Estamos en un mundo globalizado, y en la era de la híper información. Recibimos información a todo momento, por muchísimas vías, y esa híper información comienza a generar una extraña enfermedad en la sociedad. Ante tal avalancha de información las sociedades desarrollaron la “sordera selectiva”. En este renglón cayeron los discursos de Cameron y cuando se dieron cuenta de que no estaban encontrando eco en sus mensajes, ya era muy tarde.
Nuevamente, las emociones toman la mayoría de las decisiones y cuando a un electorado se le trata de llegar con un mensaje, complicado, confuso o técnico, carente de emoción, este sencillamente no penetra y por supuesto no influye sobre el elector, pues la “sordera selectiva” se pone en práctica.
Siguiendo en esa misma línea, ante un Dave Cameron, con un mensaje débil, un gobierno fracturado (su ministro de justicia, de su mismo partido, estaba a favor de la salida de Gran Bretaña de la UE) los electores se encuentran con un carismático, excéntrico y ambicioso Boris Johnson, ex alcalde de Londres, quien usa su carisma y excentricidad para, de nuevo, jugando con las emociones, movilizar al electorado.
Esas características lo hacían un buen mensajero para llegarle a los sectores más jóvenes del electorado y sin dudo tuvo éxito.
Equilibrando la balanza, estaba Nigel Farage, el líder del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP) y dirigente de la campaña «Leave», con el tema de inmigración y usando imágenes de los refugiados sirios tratando de cruzar la frontera de Croacia, con las que le llega emocionalmente, a los mayores de 65 años.
Así que la campaña del «Leave» o “Salir” tenían a dos buenos mensajeros que les llegaron y movilizaron a buena parte de los electores.
Como último elemento de este análisis sobre la primera pregunta, está el hecho de la división del gabinete de Cameron, la disputa por el liderazgo del p
campaña que desarrollaron los laboristas en favor de quedarse en la EU. Esta fue la gota que derramo el vaso de la perdida. No se puede enfrentar cualquiera que sea la campaña, con tan serias fisuras internas, pues las posibilidades de perder son enormes, y los resultados lo confirmaron.
Pasemos ahora a la segunda interrogante ¿Qué sigue ahora?
Bueno, los efectos ya se comienza a ver y de qué manera. La libra ha perdido más de 11% de su valor y ha llego a su nivel más bajo, en más de 30 años.
Ya hay en marcha un movimiento para tratar de convocar a otro referéndum que revierta el resultado del anterior. ¿Lo lograrán? Amanecerá y veremos si legalmente lo pueden hacer y si reúnen a las fuerzas necesarias para impulsarlo.
Una de las graves consecuencias que esta decisión del 51% de los electores británicos ha tenido, es que ha fracturado y dividido aún más a Gran Bretaña. Cabe recordar que Gran Bretaña son 4 países (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte), y los resultados electorales son muy controvertidos.
Por un lado, los escoceses votaron abrumadoramente a favor de «Permanecer» en la UE y para complicar las cosas amenazan con llamar a un referéndum para su propia independencia y para poder unirse a la UE, y los irlandeses hicieron lo mismo.
En Inglaterra y Gales, ganó la opción de salir de la EU, por lo cual Gran Bretaña, aumentó sus diferencias, ahondo sus contradicciones y revivieron los aires independistas de dos de los cuatro países. Conclusión, un panorama muy complicado, pues Gran Bretaña ahora deberá entrar en un proceso de negociación con la UE para acordar su salida (los expertos dicen que esto podría tomar más de 2 años) y simultáneamente tendrán que lidiar con los conflictos internos.
Pero no se quedan por allí las cosas. Ya varios dirigentes de Holanda y Francia, fundamentalmente de la ultra derecha, ya alzaron sus banderas y piden referéndums en sus países, pues quieren seguir el ejemplo que les dio Gran Bretaña.
El mundo está cambiando, hoy tenemos a Isis, aún existe Al Qaeda, en Estados Unidos un Donald Trump, que con un discurso xenofóbico y populista gana adeptos, un Nicolás Maduro en Venezuela, que ya no hay como calificarlo, pero que claramente representa un modelo que ha fracaso en toda la extensión de la palabra, y en Perú tenemos a un Pedro Pablo Kuczynski, de derecha, que gana con el apoyo de la izquierda de ese país.
Desde hace años he dicho y lo anterior me lo reafirma, que no creo ni en izquierdas ni en derechas. Creo en líderes que quieran hacer las cosas bien, que entiendan la responsabilidad histórica que tiene en sus manos a la hora de ejercer su liderazgo, creo en personas que piensen en sus ciudadanos, en sus países, en sus regiones y que asuman la política con gallardía y responsabilidad.
El mundo gira y está cambiando, así que habrá que afrontar esos cambios y ayudar a los ciudadanos a establecer nuevas relaciones y alianzas en un mundo muy diverso, pero en el que todos cabemos y formamos parte de él.
Orlando Goncalves
Consultor político, con más de 30 años de experiencia en Campañas Electorales y Marketing de Gobierno. Ha desarrollado proyectos en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Paraguay, Perú, Argentina, México, Rep. Dominicana, El Salvador, Panamá, Guatemala, Nicaragua.
Es conferencista internacional en los temas de Campañas Electorales, Marketing de Gobierno y Liderazgo.