Estados en crisis. Caso El Salvador
Por: @OrlandoGoncal
Para los consultores políticos una de las prioridades es leer e interpretar el acontecer social y propender por el fortalecimiento de la democracia, y por supuesto, trabajar en la estrategia y fortalecimiento del perfil de nuestros clientes.
En los últimos años las sociedades vienen actuando como meras espectadoras frente al hecho de cómo algunos dirigentes cooptan las instituciones que ejercen los contrapesos de los poderes en las democracias, bien para anularlos o para ponerlos a su servicio, haciéndole profundo daño a las democracias.
A lo largo de la historia los humanos han pasado de la barbarie a la civilidad y viceversa, y gracias a la democracia, misma que ha contribuido al fortalecimiento de esa civilidad y la conformación de las bases para la construcción del respeto a los derechos humanos, el acatamiento al imperio de la ley, y la solidaridad entre los ciudadanos.
El Salvador es un país que está generando preocupaciones en la comunidad internacional. Sin dudas que el presidente Nayib Bukele ha logrado acciones efectistas en favor de sus ciudadanos y por ello tiene un amplio respaldo popular. Les ha arrebatado el país a las maras, mejorando la paz y tranquilidad de los ciudadanos, y sin dudas, ha sido un gobierno eficiente -o efectistas- a favor de su gente.
Con la mayoría absoluta que tiene en la Asamblea Legislativa hizo aprobar el régimen de excepción, el cual ya ha sido ampliado en cuatro ocasiones. Han detenido a más de 66.000 personas acusadas de pertenecer a pandillas. Sin embargo, Amnistía Internacional ha denunciado el atropello a más de 2.000 personas detenidas arbitrariamente en centros de detención del gobierno. Surge entonces la pregunta, si con estas medidas, que sin dudas han reducido los asesinatos y la violencia en el país, se está debilitado las estructuras de las maras -pandillas- o simplemente están en proceso de reorganización. Con esa incertidumbre posiblemente el gobierno del presidente Bukele entra en la clasificación que realizara estudio del PNUD en centro américa y el caribe, donde los ciudadanos piden gobiernos eficientes.
Como si fuera poco, el presidente Bukele anuncia, justo el día internacional de la democracia, su decisión de ir por la reelección pese a que la Constitución se lo prohíbe. Hecho que, además de cruzar una delgada línea, sin dudas, debilita la democracia, y generó el rechazo de la oposición, de organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, y los representantes del sector privado del país, manifestando preocupación por la decisión del mandatario
El debilitamiento de la democracia de un Estado con hechos de facto es un riesgo para la estabilidad de la región, puesto que son actos que estimulan a algunos dirigentes a recorrer el mismo camino en detrimento de la estabilidad y garantías constitucionales de los Estados.
Para el presidente Bukele el haber obtenido mayoría absoluta en la Asamblea Legislativa le permite el control del legislativo, y con ello logra cooptar a la Corte Suprema, nombra un nuevo Fiscal General y aprueban leyes para destituir a cientos de fiscales y jueces de tribunales inferiores. También para archivar proyectos de ley que habrían despenalizado el aborto en ciertas circunstancias.
Luego, los nuevos magistrados ordenan al Tribunal Supremo Electoral permitir que «una persona que ejerza la Presidencia de El Salvador y no haya sido presidente en el período inmediato anterior, participe en la contienda electoral por una segunda ocasión», con lo cual se evocan escenarios vividos en Honduras, Nicaragua, Bolivia y Venezuela. La línea es extremadamente delgada y por más eficiente que sea un gobernante su principal responsabilidad es defender y fortalecer la democracia y los derechos humanos, en consecuencia, la decisión del señor Bukele va en contravía de estos postulados.
En el caso de Nicaragua la comunidad internacional mira para otro lado. En el caso de Honduras, la OEA dijo que la reelección de Juan Orlando Hernández -hoy detenido en los EEUU por narcotráfico- había tenido irregularidades, recomendando repetir las elecciones; pero guardó silencio frente a la violación de la Constitución de ese país.
Es claro que la ficción de la democracia que heredamos de los griegos deberá reinventarse, modernizarse y fortalecerse para evolucionar y así satisfacer las necesidades de los ciudadanos; evitando que las falencias y abusos sigan generando regímenes autocráticos.
Reiteramos, la democracia requiere ser reinventada, adaptada a las realidades modernas, no basta con repetir que la democracia con sus imperfecciones es perfecta; se necesita que lo perfecto sea el bienestar y la satisfacción de las necesidades, no solo del individuo, sino de las comunidades, de las economías, del globo terráqueo y demás seres vivos protegidos por los Estados. Trabajo de todos y cada uno de los ciudadanos, de los líderes que pretenden manejar los poderes públicos, de los gremios y fuerzas vivas de las sociedades, y, en particular, la labor de los consultores políticos para ayudar en el desarrollo de la visión de país que los líderes deben proveer a las nuevas generaciones para evolucionar y superar las crisis que arrastran las malas prácticas en el manejo de los Estados.
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