Crisis en gobierno. Video columna #90

Crisis en gobierno

Por: @OrlandoGoncal

A sí como en las campañas es usual que se presenten crisis, en los gobiernos es prácticamente una regla. Si usted es gobierno, seguro va a tener una crisis, de ello no le quepa la menor duda. Eso será así, pues las variables que se manejan en el ejercicio del gobierno son muchas y, dependiendo del ámbito de gobierno que se trate, es decir municipal, departamental -provincial, estatal- o nacional, cuanto mayor sea la instancia de gobierno, mayores serán las posibilidades de confrontar una crisis, de manera tal, que prepararse con antelación es una responsabilidad del gobernante y su equipo.

Generalmente la gran mayoría de los gobiernos, indistintamente de su nivel, o no están preparados para una crisis, o peor aún, ni siquiera saben por dónde empezar a afrontarlas cuando estas se presentan. Por ello, es de suma importancia tener un comité o gabinete de crisis el cual debe ser nombrado en primera instancia, en el período de transición, es decir en ese espacio de tiempo que comprende entre la elección y la asunción al cargo.

Pudiera parecer exagerado, pero, ¿quién sabe cuándo o cómo surgirá una crisis? y, como no hay una respuesta a esa interrogante es preferible estar prevenido y tener un pequeño comité que comience a pensar en posibles escenarios, circunstancias, eventos endógenos o exógenos del territorio que se gobierna y que puedan incidir en la generación de una crisis, aun desde la etapa de transición, puede ser de enorme utilidad.

Por lo tanto, un comité o gabinete de crisis, como primera instancia debe estar formado por funcionarios que además de tener ciertos niveles de responsabilidad, también tengan el poder de tomar decisiones. A este se pueden integrar algunos especialistas que dependiendo de las prioridades que haya establecido el comité de crisis, y que puedan generar aportes importantes.

La idea central es que este comité sea el que comience a pensar en primera instancia y trace las líneas maestras de los posibles escenarios que se pudieran presentar en el territorio gobernado, y qué acciones o soluciones se deberían tomar en consecuencia. Por el nivel de responsabilidad y ocupaciones que estos funcionarios tienen generalmente, es que se sugiere la integración de especialistas por áreas a tratar, pues son estos quienes, con sus conocimientos, pueden producir estrategias, planes y recomendaciones a las que hubiere lugar.

Sin embargo, el nivel de decisión y, posterior ejecución de esos planes, debe estar en quien ejerce la autoridad, puesto que, al final del camino, las decisiones y las responsabilidades que de ellas se generen recaen sobre quien legalmente tiene la responsabilidad, y, las decisiones técnicas, si bien pueden ser correctas, quizás políticamente o hasta legalmente, no lo sean, o no sean políticamente viables de aplicar.

El mensaje es claro, alguien debe pensar, alguien debe diseñar escenarios, hacer confluir ideas, conocimiento, sopesar todas las alternativas y producir documentos que, o bien eviten la crisis o bien se tenga acciones y responsabilidades claras para poder actuar con certidumbre, al menor costo -económico y político- posible.

Por lo tanto, un -Comité de Crisis- debe comenzar por categorizar las posibles crisis antes de que éstas sucedan. Básicamente hay dos grandes grupos, las cíclicas y las coyunturales. Las primeras son aquellas que sí o sí, se presentarán. Por ejemplo, las crisis por lluvias que provocan inundaciones, deslaves, derrumbes, etc.

Ahora, las coyunturales, son otra cosa. Estas pueden surgir de la nada, se presentan ante circunstancias y oportunidades que, en ocasiones, a primera vista no tienen relación entre sí, pero, si se estudia con atención, posiblemente se logre detectar indicios de que algo pudiera suceder, y, si esto se estudió, se sopesó a la hora de surgir la crisis, hay unos protocolos que permiten activar las distintas unidades de gobierno y, que cada una ejecute su parte del plan para atajar y minimizar los posibles daños de esas crisis.

Eso solo será posible si hay un comité o gabinete de crisis que esté debidamente conformado y en funcionamiento regularmente.

Los dos puntos anteriores desembocan en el hecho de que todo gobierno, indistintamente de su nivel, debe tener un manual de gestión de crisis, el cual debe comenzar por la justificación del mismo a fin de que cada funcionario del gobierno entienda no solo la importancia, sino que, además, sepa que tiene una cuota de responsabilidad en la ejecución del plan y en la gestión de la implementación, con guías prácticas de cada procedimiento a desarrollar.

Adicionalmente, el manual debe prever los mecanismos de monitoreo constante de todas las situaciones que se hayan analizado previamente, y que han sido catalogadas como posibles disparadores de crisis, así como el mecanismo para mantener informados a todos los funcionarios ante cualquier eventualidad.

Mucha razón tiene el adagio popular: “Más vale prevenir que lamentar” sobre todo si está claro que todo gobierno, si o si, enfrentará algunas crisis.

Imagen: https://expansion.mx/

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