Cálculos políticos, es miopía política. Video columna #32

Cálculos políticos, es miopía política.

Por: @OrlandoGoncal

A finales del año pasado, a raíz de las protestas sociales en varios países de la región, escribí un artículo titulado, “Las protestas sociales, llegaron para quedarse”. En el comentaba el malestar de las comunidades con sus gobernantes y, en especial, la inconformidad con el sistema económicos y político que no les estaba dando respuesta a los ciudadanos; por lo que, consideraba, esas protestas continuarían.

Sin embargo, la pandemia del covid-19 puso nuestras vidas en pausa y las protestas desaparecieron por algunos meses, pero, a más de seis meses de completa incertidumbre, comienza el rebrote de las protestas en varios países de la región. El detonante y los motivos pueden variar, pero, lo que si no va a variar es la enorme carga de emociones negativas -frustración, desesperanza, miedo, rabia, ansiedad, indignación- producto de lo que hemos vivido en el último semestre.

En el caso de Colombia, la pasada semana se presentaron protestas que originaron la muerte de 14 jóvenes manifestantes, centenares de heridos; muchos de ellos por armas de fuego, decenas de módulos policiales destruidos, así como unidades de transporte público, mobiliario urbano y comercios.

¿El detonante? La muerte del abogado Javier Ordoñez, luego de su detención, registrada en video, en el cual se evidencia el exceso de fuerza utilizado por dos agentes de la policía, quienes, además de golpearlo una vez sometido, seguían aplicándole descargas eléctricas con una pistola Taser. Como es normal en estos tiempos, el video se hizo viral, y a pocos minutos del acontecimiento, se hace público el fallecimiento del abogado Ordoñez, consecuencia de los golpes propinados por los agentes de la fuerza pública.

Esto provocó protestas por tres días con el saldo que ya comentamos, pero, quiero enfocar el análisis en las reacciones de los gobernantes y de algunos líderes políticos, quienes de lado y lado –tanto del gobierno, como de la oposición- no ayudaron a calmar las protestas, y quizás, hasta las hayan exacerbado.

Es de conocimiento general que, durante mucho tiempo ha existido abusos policiales. Según señalan distintos estudios, entre ellos, el de la ONG Temblores, informa que entre 2017 y 2019 se documentaron 639 homicidios, más de 40.000 agresiones físicas a ciudadanos, y 241 casos de violencia sexual, donde, según medicina legal, hubo algún funcionario policial involucrado. Es decir, hay una conducta reiterativa de miembros de las fuerzas policiales; todos estos hechos sumado al sentimiento de frustración, rabia, desesperanza, ansiedad e indignación, generaron la explosión de violencia que presenciamos.

Ahora bien, por un lado, el gobierno del presidente Duque, a través de su ministro de la Defensa, con un lenguaje agresivo, nada conciliador, condenan la violencia de las protestas, los desórdenes y anuncian que militarizarán la ciudad y traerán más pie de fuerza de otras ciudades, agregando que se harán exhaustivas investigaciones, seguramente tal como las que se han hecho con las 55 masacres -o asesinatos colectivos, como les gusta decir al señor ministro- y que hasta ahora no producen ningún resultado. Pensaron y actuaron como autoridad de fuerza, no se detuvieron a pensar como estadistas que protegen vidas, ciudadanos, sociedad. En su comunicación insistieron en los daños a la propiedad pública, en los policías heridos, pero jamás se refirieron a los civiles muertos y heridos, y a los efectos en una sociedad de por sí ya muy sensible por lo que viene viviendo con la pandemia. Es decir, el ciudadano no existe.

Es claro que el gobierno comunicó lo que ideológicamente le era políticamente apropiado. Imponer el orden por la fuerza. Algo así como, el gobierno se respeta y punto. Adicionalmente algunos voceros del partido de gobierno, iban más allá y exigían toque de queda, apresar a los manifestantes, enjuiciar a quienes protestaban. Para justificar su relato, recurrieron al viejo relato de que las manifestaciones estaban infiltradas por agentes del régimen de Maduro, sin que hasta ahora se hayan presentado pruebas de ello.

Solo hasta el tercer día, el ministro de la Defensa, en nombre del gobierno nacional, ofreció perdón por los excesos policiales. Es claro que, la burbuja y aislamiento del ciudadano en que se encuentra el alto gobierno, no le permitió observar lo que, en el fondo estaba sucediendo en las calles.

Por otro lado, algunos dirigentes de oposición, incitando a los manifestantes por las redes sociales, ayudando a viralizar la información de las protestas y bajo el lema de “defendamos la democracia, todos a las calles” construyeron su relato; aunque, no se vieron imágenes de estos dirigentes en las calles haciendo lo que pedían en redes sociales, tampoco condenaron los excesos de violencia de los protestantes, los disturbios y la destrucción de la infraestructura y mobiliario urbano.

La pregunta que surge es ¿Alguna de las partes, ayudó a la resolución del conflicto? Parece que no. Ambas partes, tanto gobierno como oposición, trataron de capitalizar políticamente el conflicto para su respectivo beneficio.

El gobierno, presentándose como el gobierno fuerte y decidido, -que no lo es, por cierto-, y algunos sectores de la oposición tratando de lucrarse con la indignación ciudadana. Si, tratando, porque seguramente, al bajar la efervescencia de las protestas, los ciudadanos harán su balance y el resultado será reprobar la conducta de ambos.

Partamos de un principio, nada justifica la violencia, venga de donde venga, pues la violencia solo trae más violencia y allí tenemos los resultados. Justifico y respaldo la protesta enérgica, cívica y sin violencia. Ahora, todo indica que muchos gobernantes -y algunos dirigentes de oposición- en nuestra región, no están viendo la gravedad de la situación actual. Parece que continúan desconectados de la realidad que la mayoría de los ciudadanos están viviendo y sintiendo hoy día.

Estamos ante una situación nunca antes vivida en el último siglo; de explotar, traerá serias consecuencias; hundimiento de la región en una crisis más profunda de la que ya se vive. Los liderazgos políticos deben entender que el tiempo de jugar a los cálculos políticos, pensando en sus intereses electorales, ideológicos o personales, ya pasó. Continuar con estrategias del pasado sin medir consecuencias es miopía política; es estar en negación frente a lo que padecen los ciudadanos. Esto solo servirá para seguir gestando y acumulando tal carga emotiva negativa que, en cualquier momento explotará y presenciaremos, nuevamente, protestas con consecuencias dolorosas.

A los líderes de nuestros países les digo, las prioridades no son ustedes, ni su ideología, ni sus necesidades de poder, ni sus egos, ni sus redes sociales, la verdadera prioridad es la nación, es la sociedad, es el ciudadano, es actuar con verdadera y legitima convicción de contribuir para generar consensos que lleven al ciudadano a tener esperanza, a tener una visión real de futuro mejor, a ofrecerles más y mejores oportunidades para que, el ciudadano, con su propio esfuerzo, se supere y tengan acceso a una mejor calidad de vida para él y para su familia.

Foto: https://www.semana.com/

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