Paren el mundo, que quiero pensar.
Por: @OrlandoGoncal
Hoy, último día del año 2019, como la gran mayoría, hago una retrospectiva, viendo lo intenso que ha sido el año, en muchos aspectos. Definitivamente, cada día se aceleran más los acontecimientos.
Haciendo analogía del personaje del gran Quino, -Mafalda-, tan de moda hace décadas, “Paren el mundo, que me quiero bajar”, hoy digo, paren el mundo, que quiero pensar.
Todos andamos acelerados. Debemos hacer muchas cosas, pues, si bien la tecnología nos interconecta de manera eficiente, nos lleva a tener que hacer cada día, más y más. De allí, quizás, se desprenda el hecho de que, muchos seres humanos se enfoquen en el hacer más y más, para tener más y más.
Ejemplo, los modelos de gobierno de las democracias liberales nos llevan a enfocarnos en el “nivel de vida”, es decir, centrarnos en las cosas que aspiráramos tener y, según lo qué logramos o no, garantizamos mejor o peor “nivel de vida”. Parece que, el nivel de vida, reflejado en cifras e indicadores, es lo importante hoy en día.
Dentro de esa retrospectiva, pensando en los conflictos presentado en muchas partes del mundo, en especial, en nuestra región, me lleva a pensar que, quizás, buena parte de los problemas que estamos teniendo los humanos, hoy día, se lo debemos a ese enfoque del “nivel de vida”, pues estamos pensando, haciendo y ansiando “tener más”.
Tal vez, si modificáramos el concepto de “nivel de vida” por “calidad de vida” si dirigidos a ese objeto estudiáramos las necesidades reales del ser humano, pensando en lo que está subyacente en el interior de los seres vivos, haría que, como habitantes de éste planeta, comenzáramos a apoyar positivamente nuestra evolución, dando importancia a las cosas realmente importantes de la vida, obvio, en armonía con lo material, que seguro sería consecuencia del cambio principal.
Por ejemplo, trabajamos 60 o más horas a la semana, pero, ¿en qué momento, después de largas jornadas compartimos con la familia?, ¿en qué momento escuchamos a los nuestros? ¿en qué momento disfrutamos de las actividades lúdicas del ser?
Es más, ¿en qué momento nos detenemos a pensar? Y, es aquí donde me quiero enfocar.
Veamos las empresas, ¿cuánto están invirtiendo en –pensar-?, No sólo pensar en mejorar productos o servicios. Pensar en: cómo ayudar a ser mejor persona al trabajador, cómo ser más amigables con el medio ambiente, ¿cómo incentivar la creatividad?, y pensar, ¿cómo ser más solidarios?
O los gobiernos –cualquiera sea su nivel- ¿cuántos tienen un think tank o tanques de pensamiento?, ¿cuántos presidentes, ministros, gobernadores, alcaldes, tienen a un grupo de personas dedicadas exclusivamente a pensar? Y, cuando decimos “pensar”, es ir mucho más allá de pensar en problemas coyunturales puntuales.
Es pensar en ¿cómo construir las sociedades del futuro? ¿cómo evolucionar de nivel de vida, a calidad de vida como indicador de la sociedad?, o ¿qué acciones vamos a tomar para contribuir y revertir el calentamiento global?
Debemos pensar seria y urgentemente, en la educación para los humanos que dentro de unas décadas tendrán las riendas del mundo, o, me pregunto ¿continuaremos enseñando en las escuelas lo mismo de hace 50 años? cuando el mundo ha avanzado más en los últimos 30 años que en los últimos dos siglos.
Definitivamente, urge que, en todas las instancias de la sociedad, desde, nosotros como seres individuales, pasando por el colectivo de estudiantes, academias, sindicatos, empresas, gobiernos, sociedad civil, en general, todos, debemos dedicar más tiempo a esa tarea revolucionaria –y vaya que lo es- de “pensar”.
Esa privilegiada capacidad que tenemos los humanos, la estamos desperdiciando con el frenesí de la velocidad de los acontecimientos de la vida moderna.
Pensar ha hecho que la humanidad progrese, pero, pensar solamente en cómo producir cosas o servicios más baratos, teóricamente más eficientes, es donde nos hemos quedado estancados.
Que en las empresas se piense sólo en reducir costos y aumentar ganancias, sin aportar para transformar sociedades, o que los gobiernos actúen construyendo caminos, puentes, autopistas, veloces trenes, sin pensar cómo hacer sociedades justas, equitativas, pensantes, con oportunidades para todos, es peor que recorrer el país en bicicleta estática.
Pensar y planear ahora, para las siguientes décadas del siglo XXI, debería ser una de las actividades que todas las sociedades deben comenzar a ejercitar de manera urgente. Quizás así, podríamos dejar a las próximas generaciones un mundo, ojalá mejor.
Que el 2020 no sea para parar al mundo, sino de partida para el que sueñe, quiera y decida pensar y repensar. Feliz año para todos.
Foto: www.infobae.com