El mensaje, corazón de la estrategia
Por: @OrlandoGoncal
En los años 70 Tony Schwartz desarrolló el concepto que: “El objetivo de comunicación –política- es tocar un acorde sensitivo en el ciudadano de información ya presente en su mente. No es para insertar nueva información”.
Dicho concepto sigue vigente en la era de la híper información. Sin embargo, muchos candidatos aún se empeñan en tratar de introducir nueva información en el ya saturado sistema de los electores. Éste es un error más común de lo que se piensa; sin embargo, los candidatos continúan en la onda de “lo que tengo que decir”, cuando hoy deberían estar en “lo que debo escuchar”.
Por otra parte, si pudiéramos visualizar la estrategia, ésta sería como el cuerpo humano, donde sus componentes, -cada órgano y sistema- cumple con una función específica, en armonía con los demás, y la sincronización en las funciones de cada uno, es lo que hace de esa máquina maravillosa que el ser humano funcione.
Al igual que en la estrategia, si en el cuerpo algún órgano no cumple con su función, o no desarrolla su trabajo a la perfección, éste incidirá en el funcionamiento de otros órganos. Por lo tanto, que cada componente de la estrategia funcione y cumpla sus objetivos es tan fundamental como que, los órganos del cuerpo actúen en sincronía y armonía.
Si algún órgano, por alguna razón no funcionara bien, seguramente se presentarían fallas en el organismo, pero, a pesar de ello, posiblemente con dificultades y deficiencias, el cuerpo seguiría funcionando, aunque con sus capacidades disminuidas.
La anterior descripción es un ejemplo que busca ilustrar la importancia del funcionamiento de cada unidad en una campaña, del comité o grupo, y cumplimiento a cabalidad de las tareas que le fueron encomendadas en tiempo y forma. Visualizar las consecuencias si alguna se retrasa o no cumple fielmente la labor, muy seguramente afectará a las otras unidades, y esto tendrá un impacto – probablemente negativo- en el cumplimiento de la estrategia, y, por su puesto, en el resultado final de la campaña.
Volviendo al tema central de este artículo y, manteniendo la analogía, si visualizamos la estrategia como el cuerpo humano, podemos decir que el mensaje, es el corazón de la estrategia. El corazón es quien bombea la sangre a todo el organismo, y esa circulación permite que ésta se oxigene y nutra cada célula, para el caso, el mensaje cumple la misma función dentro de la estrategia.
El mensaje debe llegar no solo a la mente de los electores, sino que, debe ir más allá y generar sentimientos y emociones en sus corazones.
Los mensajes, más que transmitir información, cifras y datos, deben transmitir sentimientos, generando en los usuarios sensaciones de identidad, empatía y satisfacción.
Todos esos sentimientos y emociones, deben producir en el elector una cascada de decisiones que lo guiarán a través de un largo proceso de pensamiento, de tal manera que, en su mente se forme la imagen de lo que él –el elector- desea para sí y para su familia.
El mensaje debe además producirle empatía con el candidato, debe ser lo suficientemente poderoso para crear en la mente del elector, la percepción de que ese candidato, es –como yo-, que, además piensa y siente como yo-, y que es un ser humano muy cercano a entender mis necesidades.
Que esa percepción se convierta, dentro de su mente, en la identidad que el elector se formará del candidato, y que, con el tiempo, se transforme en la reputación masiva del candidato ante los ciudadanos.
Este proceso de descodificación de los mensajes por parte de los receptores, toma apenas unos segundos, por lo cual, si queremos ganar la competencia ante los miles de mensajes que reciben los ciudadanos diariamente, debemos tomar en consideración las características del mensaje, así como su proceso de pensamiento.
Por lo tanto, el mensaje central se vuelve medular y debe tener unas características muy concretas para que pueda causar un gran impacto, logrando su objetivo principal, que no es otro que, reitero, generar sentimientos y emociones que guíen el proceso de pensamiento del elector a formar una identidad del candidato y lo lleve a generar empatía con éste.
En varios países de la región tendrán elecciones éste año. Será interesante observar qué campañas se atreverán a ser creativas e innovadoras. Sobre todo, cuales darán importancia al mensaje, y reconocerán la trascendencia que tienen los electores pues son ellos los que tiene el poder de decidir quién tomará las riendas de su comunidad.