Desde hace más de 4 años se lleva a cabo un proceso de negociación entre el gobierno de Colombia y las Farc-EP en La Habana, Cuba, para ponerle fin al conflicto bélico que han vivido por más de medio siglo.
Como todo proceso de negociaciones ha estado plagado de tensiones e incertidumbres que, en ocasiones le hicieron pensar a la opinión pública colombiana que el acuerdo de Paz no sería posible.
Sin embargo, el pasado 24 de agosto, las partes lograron un acuerdo definitivo que pone fin al conflicto más viejo del hemisferio.
Una semana después, el presidente Juan Manuel Santos, firma el decreto mediante el cual se convoca al plebiscito y se define la pregunta que deberán contestar los colombianos el día 2 de octubre del año en curso.
La pregunta para el plebiscito ha sido muy cuestionada, pues dice: ¿Apoya el Acuerdo Final para la terminación del conflicto y la construcción de una Paz estable y duradera? Hay voces que dicen que la pregunta es incorrecta, pues consideran que induce a una respuesta. En consecuencia no es la pregunta correcta, etc.
Lo que durante más de 4 años se negoció en La Habana, fue precisamente eso, la terminación del conflicto y la construcción de una Paz estable y duradera; pero como en todo proceso humano, ha habido voces disidentes, que cuestionan desde la pregunta, hasta el umbral de aprobación del plebiscito, y los acuerdos en sí mismos; en opinión de este servidor, la pregunta se ajusta perfectamente a lo que se requiere, que no es otra cosa que dar refrendación popular a estos acuerdos.
Durante más de dos meses antes de la firma de los acuerdos, el ex presidente y hoy senador Álvaro Uribe hizo una campaña promoviendo el No; durante ese tiempo, hablando en términos futbolísticos, estuvo solo en la cancha, como dueño de la pelota y con la otra portería sin portero, haciendo campaña intensa, con argumentos algunos muy polémicos, plagados de medias verdades y medias mentiras. Contrataron empresas encuestadoras y salieron a las calles con los encuestadores a recoger firmas por el No.
Tuve la oportunidad de conversar con varios de estos encuestadores y sus respuestas fueron sorprendentes: “La empresa (encuestadora) nos encargó el trabajo de solicitar estas firmas”, “No soy político, solo hago mi trabajo. Recoger firmas”, “No sé para que las quieren (las firmas)”.
Fue tan intensa esa campaña, que en algunos de los primeros sondeos el No, llego a duplicar el Sí. Comenzaron a aparecer voces que se pronunciaban por el No con toda clase de argumentos, algunos de ellos muy curiosos, por ejemplo, un sindicado de taxistas de Bogotá resolvió que votaría por el No, y cuando se les cuestiono el porqué de su decisión, la respuesta fue sencillamente asombrosa: “Votaremos por el No, porque el gobierno (Santos) no ha prohibido Uber”. Esa respuesta evidencia el resultado de la estrategia de los promotores del No; que no es otra, que, atar la decisión del electorado a los bajos índices de aprobación del gobierno del presidente Santos.
Si miramos el aspecto meramente electoral, la estrategia del No era correcta, pues, tratar de enlazar el No con la baja aprobación de la gestión del gobierno, siendo éste un camino muy fácil y les dio resultados en su momento.
Pero, después de la firma de los acuerdos salió el otro equipo a la cancha. Y, lentamente comenzó a desarrollarse una campaña didáctica, despejando dudas a la población y, lo más importante, se entendió que ésta campaña en favor del Sí además de diferenciarse del No, debía marcar otra gran diferencia, el No es promovido por actores políticos de vieja data, y el Sí se lo ha apropiado la ciudadanía con apoyo de la institucionalidad y los organismos internacionales.
Los dos jugadores en la cancha con marcadas diferencias han provocado que, en los últimos sondeos el Sí le lleve una ventaja de más de 40 puntos al No, lo que evidencia el deseo de la población de vivir en Paz.
Adicionalmente, la situación ha provocado dos cosas muy interesantes. La primera, el Sí apropiado por los ciudadanos ha venido despolitizando el tema de la Paz, lo cual es correcto; pues la Paz trasciende mucho más allá de las diatribas políticas. El otro aspecto, es que cada día son más los jóvenes quienes salen a las calles y universidades a promover el Sí, exponiendo sus razones por la PAZ.
Curioso que sea los jóvenes que, si bien no vivieron los rigores de la guerra, si están muy conscientes de lo nefasto que fue la guerra; pues bien a través de sus familias, como a través de la lectura y la cultura han entendido que la Paz es un valor supremo, es un bien que a todos beneficiará.
El proceso que vive actualmente Colombia, se parece mucho al que vivió hace poco Gran Bretaña con el Brexit. Los adultos mayores votaron por salir de la Unión Europea, mientras que los jóvenes votaron por permanecer en la Unión. En Colombia los jóvenes se abanderan del Sí, mientras que los adultos mayores se adueñan del No.
Esto es perfectamente entendible. Hay mucho dolor aún no superado, han sido más de 8 millones de colombianos las victimas de esa guerra. A los mayores les ha costado mucho dejar el dolor atrás y perdonar. Eso se entiende y respeta, pero si Colombia quiere avanzar tendrá que hacerlo en Paz, y en eso se enfocan los jóvenes, quienes pueden visualizar con más facilidad el futuro, soñar con él, imaginárselo en Paz.
El próximo 26 de este mes, en Cartagena de Indias, se realizará el acto formal de la firma de los acuerdos de Paz. Ese día Colombia comenzará una nueva etapa de su historia. Comienza la construcción de una Paz duradera y estable, donde todos, absolutamente todos los colombianos tendrán un papel protagónico.
Bienvenida la Paz a Colombia.