La situación en Colombia, producto de las protestas ciudadanas está alcanzando niveles preocupantes, pues según las ONG´s Temblores e Indepaz van 40 personas asesinada –la mayoría de ellas por violencia policial- y más de 500 personas desaparecidas.
Como se sabe, todo se originó por la oposición de distintos sectores de la sociedad colombiana a la pretendida reforma tributaria que deseaba hacer el presidente Duque, misma que castigaría aún más a la ya maltratada clase media y baja de este país.
Ya van 15 días de protestas y todo indica que el gobierno nacional sigue sin escuchar a la población; y menos aún, sin tener la capacidad de sentir lo que los ciudadanos están sintiendo, en especial después del 2020 y lo que va del 2021, tiempos aciagos para todos.
Sobre esa incapacidad de sentir, escribí meses atrás y en aquel momento titulamos la columna como “Liderazgos ecpáticos”, basada en un concepto desarrollado por el psiquiatra español José Luis González de Rivera y Revuelta, quien lo define como “…, proceso mental voluntario, de /percepción y exclusión/ de sentimientos, actitudes, pensamientos y motivaciones, inducidas por otro”, o sea, es lo contrario de empatía.
Clara demostración de ecpatía del gobierno, cuando le ha tomado -12 días- aceptar reunirse con el Comité Nacional del Paro y luego de la reunión que culminó sin acuerdos, los líderes del paro declararon que: \»No se llegaron a acuerdos. No se ha mostrado empatía con las víctimas.
Esa declaración precedida del viaje relámpago del presidente Duque 12 horas antes a la ciudad de Cali, para reunirse con ministros y autoridades locales, adelantando un -consejo de seguridad- en el cual se dieron instrucciones de –militarizar, aún más, la ciudad, enviando un mensaje de clara demostración de –fuerza-, recurso que el gobierno mantiene en su retórica de que el Estado debe “controlar” la situación a través de la fuerza pública, y no necesariamente, a través del diálogo con el ciudadano.
Las preguntas aquí serían: ¿Realmente están escuchando lo que las protestas les están diciendo?, ¿Les interesa entender que la protesta por la reforma tributaria fue solo la gota que derramó el vaso, y que, el verdadero motivo de la protesta es el cúmulo de situaciones de precariedad, pobreza y exclusión en la que se encuentran millones de colombianos? ¿Estarán entendiendo que es muy difícil apagar un fuego si le echan combustible?
Cuando se piensa sobre esas preguntas y se analiza el actuar del gobierno, entran en juego otros elementos y surgen entonces escenarios que, aunque difíciles de aceptar, pudieran ser factibles, pues en política -sobre todo, cuando es pura y dura-, la suma de dos más dos, no necesariamente son cuatro.
Con esto en mente, un primer escenario factible es que el gobierno no esté tan –sordo, como parece-, sino que sufra de una estratégica -sordera selectiva- y por ello no quiera escuchar ahora, pues, su táctica podría ser apostarle al desgaste de la protesta; trayendo a la memoria que, cuando el ingrediente de la violencia se le desbordó retiró la propuesta de reforma tributaria, y sacó del juego al autor de la misma, -Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla-; con ello, una porción de la población se preguntaría, si el objeto era tumbar la reforma, entonces, ¿tiene sentido mantener la lucha en las calles?
Es claro que como se dice al inicio, la gota que derramó el vaso fue la reforma fiscal, pero los motivos de la protesta son múltiples y complejos, por lo que apostarle al desgaste de la protesta de calle, para los intereses del gobierno con miras al 2022 -exactamente dentro de un año- pudiera ser rentable; pues, contribuye a hiperpolarizar aún más a la sociedad, dividirla y romper desde ahora, la posibilidad de alianzas de diversos grupos con miras a las elecciones presidenciales.
Por lo tanto, el partido de gobierno, ante los malos resultados de su gestión podría quedar sin posibilidades de retener el poder. Ante ello, si logran dividir a los ciudadanos, y bloquea por esta vía la posibilidad de acuerdos de otras fuerzas, entonces, le apuestan a que con su base dura de electores podrían retener el poder, o, en el peor de los casos, ser un factor importante en el próximo gobierno. Reitero, es una hipótesis, pero como tal, el tiempo y los hechos nos dirán si esa hipótesis tiene fundamento.
En todo caso, los promotores del paro están en una encrucijada. Si abandonan la lucha habrían perdido, si se mantienen corren el riesgo de perder por el desgaste, por lo que deberían de manera rápida replantear su estrategia, abrir las puertas para construir una base de lucha más amplia, y, sobre todo, no caer en el error de politizar la lucha.
Son tiempos difíciles, complejos, donde ya 40 vidas se han esfumado. Son tiempos de reflexión y de búsqueda de las cosas que unen a los colombianos y no enfocarse en lo que los divide, de trabajar por los sueños comunes de Paz, reconciliación, por la Colombia que todos se merecen y que es posible.12