Voto en contra. Video columna #70

Voto en contra

Por: @OrlandoGoncal

El pasado domingo México y Perú realizaron elecciones. En el caso de México fueron elecciones intermedias, donde se disputaron 15 gobernaciones y sus congresos locales, 500 diputados federales, casi 2.000 alcaldías y más de 18.000 cargos locales.

En el caso del Perú se dio la segunda vuelta presidencial entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo.

Veamos México primero. Los resultados pudieran prestarse a varias interpretaciones, pero primero, es evidente el retroceso que tuvo el partido del presidente López Obrador, Morena. En las elecciones de 2018 obtuvo 30 millones de votos, y en esta oportunidad llegó a 16 millones, es decir, una merma de casi el 50%. Está claro que el presidente López Obrador no estaba en la boleta en esta ocasión, aunque hizo esfuerzos por estarlo, por lo menos mediáticamente.

Luego, en número de diputados Morena sufre un importante retroceso, que, junto a sus aliados, el -partido Verde Ecologista y el partido del Trabajo- solo logran hacer mayoría simple.

En las gobernaciones Morena y sus aliados obtienen 12 de las 15 gobernaciones en juego, pero sufren un retroceso en la ciudad de México, pues de tener 11 alcaldías, pasó a tener solo 6, y la oposición aumenta a 9 alcaldías, quedando una aún en disputa.

Ahora, ¿Cómo votó México? En primer lugar, Morena y el presidente López Obrador siguen teniendo influencia en las zonas rurales y retrocedieron en las zonas urbanas. La oposición por su parte, donde las alianzas se hicieron pensando en los ciudadanos les funcionó, por ello el avance que tuvieron en la cámara de diputados; pero, en las gobernaciones, donde no había alianzas coherentes, donde claramente se hizo en función de lo electoral, allí les falló la estrategia, y por ello los resultados pobres.

Ahora bien, lo más importante quizás sea la motivación para votar. Lo hemos dicho en varias oportunidades, México está hiperpolarizado, y en buena medida esa ha sido la estrategia del presidente López Obrador, así que, parte de los mexicanos votaron contra el otro candidato, no a favor de un candidato. Lo importante no eran las propuestas, ni siquiera si les agradaba o no un candidato, lo que importaba era votar en contra, así que muchos votaron por el candidato X, para oponerse al candidato Y.

En el caso del Perú, luego de una primera vuelta donde participaron 18 candidatos y quienes pasaron a la segunda vuelta no lograron llegar al 20% de los votos, y con esa debilidad se van a la segunda vuelta, y el discurso de ambos candidatos contribuye a hiperpolarizar el país, a dividirlo aún más.

Surgiendo entonces fenómenos parecidos a los de México, votaron contra un candidato, no a favor de un candidato. También se da que el voto urbano se inclina por Keiko y el rural por Castillo. Sin dudas esto merecerá estudiarse con mayor detenimiento, pues tanto en México como en Perú el voto urbano tuvo una tendencia y el rural otra.

La polarización extrema en el Perú llevó a los ciudadanos a votar desde la emocionalidad negativa. En un caso votar por Keiko era votar contra Pedro Castillo y lo que suponen él representa, (el socialismo del siglo XXI, la reencarnación de Hugo Chávez, el representante del modelo venezolano, etc.), esta fue buena parte de la retórica de Keiko, o sea, en vez de hablar de los problemas del ciudadano, de cómo desde el gobierno iba a resolver la pobreza, la exclusión y marginalidad, los problemas de salud, de las vacunas, del empleo, se centró en atacar y estigmatizar a su oponente.

Muy parecido actuó Pedro Castillo, atacando a las élites que han gobernado el país, -elites políticas, empresariales, sindicales, académicas, eclesiásticas- acusar a Keiko de ser parte de esas élites, y presentarse como el “vengador”, el que “castigaría” a esas élites que han sometido a los peruanos a la pobreza, excluyéndolos de los beneficios. Así que votar por Pedro Castillo, era votar contra Keiko Fujimori.

Las preguntas aquí serian ¿Cuáles son las consecuencias de esa modalidad de votar que se impone en los últimos tiempos?, ¿están los ciudadanos eligiendo democráticamente, y en función de su bienestar? O acaso ¿lo están haciendo desde sentimientos negativos como la rabia, frustración y hasta deseo de venganza? Preocupante.

Analizados los antecedentes, es perfectamente comprensible las razones y el porqué de los altos índices de desconfianza que tienen los ciudadanos con respecto a la clase política, los partidos, y las instituciones del Estado. También es preocupante caer en ese círculo vicioso donde cada día los lideres accionan más el botón del odio y el ciudadano se hunde más en las emociones negativas, retirando y debilitando el respaldo a la democracia.

Lo incongruente de todo es que, al despreciar la política se llevan por delante la democracia, y podría llegar el día en que ésta fallezca y allí, en el funeral de la democracia, quizás los ciudadanos no encuentren la salida del cementerio.

Por fortuna, los jóvenes pareciera que comienzan a despertar su interés por asumir el liderazgo para construir los nuevos modelos políticos y económicos que ellos deberán liderar. Las democracias siempre triunfan. Hay esperanza.

Foto: https://aristeguinoticias.com/

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