Realismo mágico. Dos años de Duque. Video columna #27

Realismo mágico. Dos años de Duque.

Por: @OrlandoGoncal

El amor me trajo a Bogotá hace 7 años; me casé con una colombiana, a la que llamo “la señora que me cuida” pues, literalmente lo hace cada día. A lo largo de estos años, he analizado la identidad cultural de éste país, al que, solo, cuando estas en él, se comprende lo complejo que es.

Comenzando por su topografía, el país es atravesado por tres cadenas montañosas -los Andes, la Occidental y la Central-, con dos mares, –Atlántico y Pacífico-; goza de selva amazónica, llanos y planicies, montañas y zonas costeras. Para sumar complejidad, tenemos a su gente. No hay una Colombia, hay varias, cada región tiene sus particularidades, al igual que su gente. Así que, tenemos a la Colombia y los colombianos de la zona, Andina, Caribe, Amazonia, Insular, Orinoquia, y del Pacífico, a lo que hay que sumarle, las distintas etnias indígenas y los afrodescendientes. Y, como si fuera poco, una guerra que se extendió por más de 60 años, ocasionando millones de desplazados, víctimas y muerte.

En estos siete años, he sido testigo de varios acontecimientos, la reelección de Juan Manuel Santos; la polarización que provoco, los acuerdos de Paz; el plebiscito para ratificar los acuerdos, -en el que votó solamente el 40% de población, y ganó el No, por apenas 0,5%-; la firma de esos acuerdos; los inicios de la implementación de los mismos; los escándalos de Odebrecht; una campaña electoral, –quizás, la más -polarizante que he presenciado-, donde el “debate” se circunscribió a: votar por -Gustavo Petro, era hacerlo contra el expresidente Álvaro Uribe, o votar por, el hoy presidente, -Iván Duque, era votar contra Gustavo Petro.

El Presidente Duque fue electo por el 21% de los colombianos, pero, hasta hace poco, seguía actuando y comunicando como candidato, no como presidente de todos los colombianos. Producto de eso, no superó la polarización que generó la campaña, perdiendo la tradicional luna de miel, de los primeros cien días.

Se estrenó, haciendo lo contrario a lo que había ofrecido en campaña. Prometió no subir impuestos y, de las primeras medidas, planteó una reforma fiscal que, daba beneficios a los grandes capitales y ampliaba la base de la pirámide impositiva. Intentó una reforma judicial que, se le quedó en el camino, pues, sufrió el rechazo de las fuerzas de oposición; luego, anunciaron una reforma al sistema de pensiones, misma que, resultaron negando; esos intentos, sumado a los aumentos impuestos, le generaron altos negativos.

Luego llegaron las protestas de estudiantes universitarios, reclamando más presupuestos para universidades públicas, y denunciando la corrupción en esos centros de estudio. Las protestas desencadenaron la violencia y el uso excesivo de la fuerza por parte de los estamentos de seguridad, provocando muertes, heridos y detenidos. Solo cuando, la situación llegó a niveles de crispación, entonces, el presidente Duque aceptó dialogar.

Meses después, le sobreviene una serie de paros cívicos, los cuales, además de, paralizar buena parte del país, generaron hechos de violencia, con muertes, heridos y detenciones. Nuevamente, el presidente Duque, se niega a dialogar, y, usando un discurso, más de barricada, que, de presidente, exacerbó los ánimos de los manifestantes. De allí, el presidente pasó a la ofensiva “ofreciendo un diálogo” pero bajo sus condiciones, él pondría los temas a debatir, la metodología, los lugares y las horas, lo que, a la final, terminó siendo un soliloquio con sordos, donde nadie escuchó a nadie.

Durante el año siguiente surgieron una serie de escándalos políticos donde la política se mezcla con el narcotráfico, la financiación ilegal de campañas y, con ese panorama, llegó la pandemia, y por fin, el presidente, dejó de lado su papel de candidato, y asumió el de presidente. Como muchos otros gobernantes, ha llevado su gobierno por la vía de decretos, (van más de 200); con un congreso ausente; con decisiones más tendientes a favorecer a los grandes capitales, que, a los ciudadanos, así llega a sus dos años de mandato.

¿Balance?

Lo malo. Dos años de retroceso en los –avances- de la implementación de la Paz; el aumento de asesinatos de líderes sociales.

Lo regular: Asumió el rol de presidente en la pandemia, aunque, la balanza sigue inclinada hacia los grandes capitales; y, el abandono de las regiones, (alcaldes y gobernadores).

Lo bueno: Tiene por delante dos años, en los que, si rectifica el rumbo, convoca el apoyo de las fuerzas vivas del país, decide gobernar para todos, puede sacar al país del realismo mágico en que se encuentra, y superar ésta crisis, siendo el verdadero presidente que el ciudadano necesita. De él depende.

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