Brasil, una elección para pensar.

Brasil, una elección para pensar.

Por: @OrlandoGoncal

El pasado domingo, más de 124 millones de brasileños volvieron a las urnas para escoger a su presidente en la segunda vuelta que disputaban el presidente en ejercicio Jair Bolsonaro y el expresidente Lula da Silva, ambos catalogados como los políticos con los mayores niveles de rechazo de población.

Así que se presenció una elección más donde la motivación principal era votar contra un candidato, no a favor de uno, era votar por un candidato para impedir que el otro ganara.

La campaña para la segunda vuelta de Brasil estuvo marcada por una hiperpolarización, sumado a un discurso agresivo, fundamentalmente por parte del presidente Bolsonaro, que no era más que la continuación de su estrategia inicial, la de instalar la narrativa de llamar expresidiario y el mayor ladrón del mundo a su contrincante, Lula da Silva. Desde el punto de vista meramente electoral, sin entrar a las consideraciones éticas o al daño que ese tipo de estrategias les hace a las democracias, el presidente Bolsonaro, acertó.

Dado el desgaste que arrastraba por una gestión considerada mediocre, con el peso del mal manejo de la crisis del Covid que se llevó la vida de mas de 688 mil vidas, y los altos niveles de rechazo, no le quedaba más camino que hiperpolarizar la elección para llegar al punto del fanatismo y que el elector no tuviera que tomar la decisión de quien era mejor, sino por el contrario tratar de fanatizar para que la motivación fuera votar contra, como efectivamente sucedió.

Paralelamente, el presidente Bolsonaro logra a finales del año pasado que el congreso haga la declaración de la “emergencia nacional” y esto le abrió la puerta para generar una serie de apoyos sociales que comprometieron unos 7.650 millones de dólares, dineros no previstos inicialmente en el presupuesto de este año.

Sumado a ello, puso a sus candidatos a diputados y senadores a gerenciar territorialmente estos apoyos con lo cual los transformaron en un instrumento de control político y social, dando como resultado que obtuvieran la primera minoría en ambas cámaras. Ya en la segunda vuelta, el presidente Bolsonaro fue más allá aun y utilizó a la policía federal para generar bloqueos y limitar la movilidad en los estados del noreste del país, donde Lula da Silva le sacaba una amplia ventaja, con lo cual, tal como lo dijo de manera descara e irresponsable el diputado argentino Javier Milei: “Bolsonaro hizo todo lo que tenia que hacer”, es decir, para este diputado -así como muchos analistas y hasta consultores políticos- hacer uso y abuso de los recursos del Estado, justifica el fin, ganar la elección e impedir que la izquierda volviera al poder.

Este mismo modo de actuar en las elecciones está ampliamente documentado en los casos de Venezuela y Nicaragua, sin embargo, para algunos eso esta muy mal si lo hace la izquierda, pero esta plenamente justificado si lo hace la derecha. Definitivamente, pareciera que aun no hemos aprendido nada. La pandemia con toda su tragedia debería haber logrado que las sociedades fueran más solidarias, justas, empáticas y sobre todo respetuosas de los demás y de las leyes, pero pareciera que no ha sido así.

En conclusión, el presidente Bolsonaro, instalando la narrativa de expresidiario, del mayor ladrón del mundo contra Lula y usando y abusando de los recursos del Estado, casi logra su objetivo de reelegirse, sin embargo, es el primer presidente en no lograrlo en la historia democrática de Brasil.

La campaña de Lula por otro lado tuvo otro enfoque. Si bien fue sometido a 26 juicios, o fue declaro inocente, o los juicios fueron anulados por inconsistencia, falta o nulidad de prueba, ineptitud. Si nos basamos en un principio del derecho que reza que toda persona es inocente, hasta que se le demuestre lo contrario, pues podría pensarse que Lula es inocente, sin embargo, el expresidente Lula da Silva, además de haber estado 580 días en la cárcel, hasta que su juicio fue anulado, si fue juzgado y sentenciado en los tribunales de las redes sociales y lo medios, con lo cual la percepción de que es culpable se consolidó, y en buena medida se debe a la estrategia de Bolsonaro.

Con ese enorme plomo en el ala, Lula desarrolla una campaña evocando los éxitos de sus dos gobiernos anteriores, y contrastando con Bolsonaro, pues mientras este hablaba desde los sentimientos negativos, Lula lo hacia desde los positivos, y en todos sus discursos temas como la felicidad, el amor, la dignidad, el volver a sentir orgullo de ser brasileños destacaban.

Durante la segunda vuelta, mantuvo esa misma línea, pero debía tratar de conquistar, y evidentemente lo consiguió, en un segmento muy especifico que en la primera vuelta la campaña de Lula no toco por considerar que era territorio de Bolsonaro, nos referimos al voto evangélico.

En esta ocasión fueron por el voto religioso. Primero incorporo en todas sus intervenciones a Dios, en dos o tres ocasiones de cada discurso. Con ello ratificaba ante los católicos que él estaba allí, pero en paralelo hicieron una microsegmentación sobre los electores evangélicos, definiendo los polígonos donde había mayor presencia de estos, creando más de 200 grupos de WhatsApp, que diariamente respondían preguntas y dudas de esos electores sobre las creencias religiosas y las políticas a implementar en un eventual gobierno de Lula.

Esto sin dudas ayudó a marcar una diferencia que, sumado a las alianzas hechas con los otros candidatos que no concurrieron en la segunda vuelta, le dio un margen inferior a dos puntos porcentuales, pero que le permitió no solo ganar la elección si no ser el candidato mas votado en la historia de Brasil.

Por razones de espacio no profundizamos en otras aristas y vertientes que sin duda jugaron en esta elección, pero como reflexión final, solo quería dejar el tema de que el fin no justifica los medios, que no se vale hacer lo que sea para ganar una elección, más si eso que se hace riñe con la ética, viola ley o usas y abusas de los recursos del estado para favorecerte.

Hay muchas herramientas de la comunicación política moderna que permiten ganara de manera limpia, transparente y legal, una elección.

Brasil definitivamente, una elección para pensar.

Imagen: https://cnnespanol.cnn.com/

El autor