Los Estados (Des) Unidos. Las democracias enfermas. (Parte III de III)

En los últimos meses han ocurrido ciertos hechos que han conmocionado al mundo.

Primero fue el Brexit en Gran Bretaña, luego el NO en Colombia y por último la elección de Donald Trump en los EEUU. Ésto solo por nombrar los más llamativos y por la implicación que tendrán en el ámbito internacional.

Los tres países sometieron a prueba sus democracias y los tres se llevaron sorpresas. Afrontaron campañas electorales y en todas el punto focal estuvo en el uso del miedo como herramienta de movilización social.

Toda campaña se basa en emociones y, con éstas toman decisiones la gran mayoría de los humanos. Los partidarios de la salida de la Unión Europea (Leave) jugaron muy bien con dos de ellas, al igual que sus contrarios; pero estos últimos, con menos éxito, ambos jugaron con la esperanza y el miedo de las personas.

La opción de quedarse en la Unión Europea (Bremain), jugó al miedo con los argumentos económicos, que la economía sufriría mucho si se salían de EU. Se lanzaron toda clase de advertencia algo difusas y de difícil comprensión para la mayoría de los votantes, pues eran muy técnicas.

Sus oponentes por el contrario usaron un argumento, también económico, pero muy simple y de fácil comprensión. Estos dijeron que Gran Bretaña envía 350 millones libras semanales a Europa y que saliendo de la UE, esos dineros serian usados en el sistema de seguridad social del país. Si bien el argumento era falso,  (nunca se pudo demostrar que esa cantidad fuera cierta), si impactó positivamente en el electorado que tradicionalmente más vota, los mayores de 65 años. Claro, estaban de alguna manera hablándoles de sus pensiones, sus medicamentos subsidiados y otros beneficios que les impacta de manera directa y frontal.

Otro elemento que entró en juego fue el tema migratorio. Gran Bretaña ha sido un país de inmigrantes, desde sus antiguas colonias hasta hoy, sin embargo el conflicto en medio oriente y en especial en Siria, ha hecho que millones de personas huyan y entren a Europa para escapar de la barbarie.

Los promotores de la salida, nuevamente con argumentos que apelaban al sentimiento (nacionalismo, independencia, miedo) presentaron el tema de los refugiados como una invasión que a la larga desfiguraría su país. La otra contraparte volvió a caer en tecnicismo y sus respuestas fueron muy débiles.

Como resultado se impuso el miedo, la mentira y las medias verdades que hicieran que el 52% de los ingleses decidieran salir de la Unión Europea.

Ahora, con una participación del 72% de los electores el triunfo del Brexit en realidad es obtenido por 37% que realmente voto. Es decir un tercio de los ciudadanos tomó la decisión por ellos y por el 28% que se abstuvo, pero las implicaciones de tal decisión afectaran al 100% de la población.

En Colombia la situación fue similar. Al mejor estilo de la campaña del Brexit, los promotores del NO usaron el miedo, las mentiras y las medias verdades para promover su causa.

Los promotores del SI se enfrascaron en la trampa de tratar de polemizar con los del NO. Confiando en las encuestas que auguraban un triunfo arrollador del SI. Y en una campaña mediocre, (pieza principal el volante), por ejemplo, se mencionaba la palabra “guerra” ocho veces y la palabra “Paz” solamente dos), y con un voto vergonzante que las encuestadoras no visualizaron, se fueron al traste al perder el SI.

Sorpresivamente y contra todos los pronósticos la opción del NO salió vencedora por una diferencia de apenas 0,43% es decir unos 54.000 votos. Fue tal la sorpresa que ni los propios promotores del NO se lo podían cree.

El Sí logro ganar en ciudades como Bogotá, Cali, Barranquilla, Cartagena, y perdió en las demás ciudades grandes. El Sí ganó arrolladoramente en las zonas más afectadas por la guerra: Chocó, Cauca, Putumayo y Vaupés. Más dramático aún, en Bojayá, el escenario de la peor matanza de las Farc -en 2002, más de 100 personas murieron en una iglesia bombardeada por la guerrilla- el Sí ganó con el 96 por ciento. Es más 81 municipios más afectados por el conflicto según la Fundación Pares, en 67 ganó el Sí y solo en 14 ganó el No.

Así que, muchos hablan en estos días de Colombia como un país partido en dos; pero lo que hay, en realidad, es un país partido en tres. Los votantes del Sí son poco más del 19 por ciento; los votantes del No son poco más del 19 por ciento; y los que no fueron a votar son más del 60 por ciento de los colombianos. Y ésto es, a mediano plazo, lo más grave.

Al igual que el Brexit el 19% de la población tomo una decisión que afectara al 100% de los colombianos. Nuevamente, el miedo, las mentiras y las medio verdades triunfaron y cambian el rumbo de un país.

En el caso de los EEUU es muy similar a los dos anteriores. Donald Trump, con una campaña irreverente, con discursos xenofóbicos, mentiras y medias verdades logra imponerse y ganar los delegados electorales que lo elegirán presidente el próximo 19 de diciembre.

En este caso hay que resaltar dos elementos importantes. Uno, es una elección de segundo grado, por lo cual la gente vota por los delegados de un colegio electoral y no directamente por el candidato y segundo, quien gana el estado, aunque sea por un solo voto, se lleva el 100% de los delegados del colegio electoral. Esto introduce un elemento significativo, pues al llevarse un candidato el 100% de los delegados en un estado, así lo haya ganado por un solo voto, deja a una parte importante del electorado sin representación en el colegio electoral.

Más preocupante aun, es el hecho de que sólo voto el 55% de los electores, con lo cual Trump aunque pierde en el voto popular (Clinton obtuvo 400 mil votos más que Trump) este último fue electo por apenas el 22% de los electores. De vuelta, se repite la historia, una minoría toma una decisión que afectará a todo un país, y en este caso, seguramente a buena parte del mundo.

Mis conclusiones.

La democracia como sistema de gobierno tiene que reinventarse, pues el gobierno de las mayorías se está volviendo el de las minorías.

Este desgaste en buena medida viene del hartazgo de la población por sus clases políticas, que cada día se alejan más del ciudadano, pensando en sus intereses personales o grupales y poniendo a los ciudadanos en un segundo plano.

La visión de los políticos no está alineada con las necesidades básicas del ciudadano (salud, educación, vivienda, empleo, calidad de vida).

No solo los políticos se han divorciado de los electores, también los ciudadanos se han divorciados de los políticos, y ante este vacío y separación, los políticos terminan logrando sus objetivos personales.

Los medios de comunicación también han contribuido a este divorcio, por un lado, al resaltar con fuerza lo malévolo de los políticos, minimizando lo bueno y, sobre todo, dando cabida a la banalidad, al inmediatismo, donde el hecho noticioso de ayer queda opacado ante la cortina de humo del hoy; donde lo corto y escandaloso se impone sobre el análisis profundo. Pero, sobre todo y más peligroso, cuando plantean o exponen una sola parte de la historia e inducen al ciudadano a tomar decisiones con información incompleta o tergiversada. Claro está que, no son todos los medios, pero la triste realidad es que la mayoría entran en ese juego.

Las Redes Sociales, que nos han transformado a todos en reporteros ciudadanos, han jugado un rol importante en estos tres casos. Lamentablemente, y pareciera una tendencia del ser humano, al destacar lo malo sobre lo bueno, el uso de la RS lo masifica y en vez de informar, desinforma.

Por último, los ciudadanos tenemos el poder, y éste no solo está en el voto, está en todas las acciones que a diario hacemos, así que, si no nos gusta lo que vemos, debemos ser mucho más participativos, debemos transformarnos en contralores sociales del actuar y ejecutar de los políticos y gobernantes.

Los ciudadanos no solo tenemos derechos, también tenemos deberes y, el principal es ejercer nuestros derechos, pues derechos que no se ejerce se pierde. La anti-política es un camino muy escabroso, que ha permitido que muchos países entren en desgracias y sistemas con carices democráticos y actuares autocráticos.

Por lo tanto, si las democracias están enfermas, los ciudadanos, con mayor participación activa podemos ser un buen remedio.



		

El autor